Marca Museística: "Pringles"


Las Pringles de queso, crema cebolla y barbacoa son mis favoritas…Sí, me encantan estas perfectas y sabrosas papas que se desasen en la boca, y tal es así que cuando abro el famoso tubo hasta que no termino con la última no paro (como bien dice el slogan: Si probas, no paras, o en ingles: "Once you pop, you can't stop").

La historia de Pringles se remonta hacia finales de la década de los 50, cuando los investigadores de Procter & Gamble, Ken Hawley y Vic Mills (quien fue también el que desarrolló el concepto de los pañales Pampers) llegaron a la conclusión de que los consumidores americanos demandaban papas fritas que no vinieran rotas en las bolsas-contenedoras y que fueran idénticas las unas a las otras. Después de una década de desarrollos y experimentos finalmente en 1968 la compañía fundó en Jackson, Tennesse la primera fábrica de papas chips Pringles. Pero es a Fred Baun, otro investigador de P&G, a quien le debemos el sello característico de Pringles, que no es otro que la forma casi perfecta y ondulada de las papas y, desde ya, el tubo metálico contenedor (Baun, tomó bajo su cargo el proyecto de las papas y se dedicó a buscar otras fuentes de materias primas y distintos procesos de fabricación y empaque. Una pregunta interesante era la relativa a la mejor manera de moldear las tajadas para que pudieran sobrevivir al proceso de freído y al mismo tiempo fueran resistentes y se pudieran apilar. De esta forma, experimentó con discos o rectángulos planos, pero es debido a una conversación casual con un astrónomo lo que lo llevó a investigar la forma de la silla de montar curva, la cual aumentaba la densidad de las papas una vez apiladas. Al poco tiempo, la compañía solicitó la patente sobre el “empaque” de productos alimentarios tipo “tentempié” de papas.
En 1973 los ingresos por ventas de Pringles superaron los 105 millones de dolares . “La gran entrada de Pringles en escena”, declaró Monthly Chipper la revista de la industria, “pareció ser el reto más serio en la historia de las papas fritas”.

En 1975, P&G sufrió un gran golpe cuando la FDA le exigió incluir en las etiquetas del producto que las papas estaban hechas a base de papa deshidratada. En 1979, P&G suspendió la publicidad nacional de Pringles y John Smale, el director ejecutivo, anunció que discontinuaría la marca a menos que Pringles recuperara su crecimiento rentable en el lapso de 5 años.
Pringles se fue recuperando por etapas mediante algunos cambios drásticos. Se ajustó el proceso de producción al fin de poner un precio igual al de las papas tradicionales, los científicos desarrollaron técnicas para mejorar el sabor, y la compañía, además de introducir nuevos sabores, reanudó las publicidades modificando el mensaje original para resaltar las características y variedades de la línea. Tres años después, la marca comenzó a crecer nuevamente, registrando, en 1983-1984, un aumento del 50 % en ventas. La segunda etapa de la fabulosa recuperación ocurrió cuando Smale le pidió a Bob Gill, gerente de la categoría de refrigerios de sal, que transformara el negocio de las Pringles en una empresa más grande y más rentable. De esta forma, Gill y sus colegas formaron un equipo que replanteó completamente el producto, logrando de esta forma que Pringles, a finales de los ´90, fuera una de las marcas globales más poderosas de P&G con ventas anuales superiores a los 1000 millones de dólares.
Actualmente Pringles cuenta con redes de distribución a nivel mundial y con unos beneficios anuales de 1,5 billones de dólares.
Fuente: Procter & Gamble (Rising Tide): 165 años construyendo una marca. Autor Donald R. Dyer; Frederick Dalzell; Rowena Olegario.

Por último quiero mencionar dos temas de por su muy curiosos.
El primero es sobre si las Pringles son, o no, papas fritas. Tal lío se armo con la siguiente cuestión que las famosas papas fritas fueron a juicio.
Un juez del Tribunal Superior dictaminó que el producto Pringles no clasificaba como "papa frita" y por lo tanto no debía pagar este impuesto, pero las autoridades impositivas no cesaron en su lucha y el proceso -plagado de argumentos filosóficos- terminó en la Corte de Apelaciones.
La compañía Procter & Gamble sostuvo en el juicio que las Pringles no son papas fritas, y que se parecen más a un pastelillo, o a una galleta, porque son fabricados a partir de masa. Según la empresa, el aperitivo contiene 33% de grasa, no tiene sabor natural, se "derrite" en la boca, tiene color uniforme y forma regular que "no se encuentra en la naturaleza", por eso no era una papa frita. También sostuvo que las papas fritas -a diferencia de las Pringles- no contienen harina de papa y no se empaquetan en tubos.
Robin Jacob, uno de los jueces de la Corte de Apelaciones dijo: "Hay suficiente contenido de papa en el producto como para llegar a la conclusión razonable de que está hecho de papa". Jacob también agregó que el asunto se había convertido en una pregunta aristotélica: "¿El producto tiene "esencia" de papa?". Al parecer sí, ya que la compañía P&G tendrá que pagar decenas de millones de libras esterlinas en concepto de impuestos al valor agregado (IVA) tras perder la larga batalla legal contra el organismo recaudador de impuestos del Reino Unido.
El segundo, digamos que es una “curiosidad Pringles” (elmundo.es) ya que Fred Baur (sí, el hombre que diseñó el tubo de las papas) se sentía tan orgulloso de su invento que su ultima voluntad fue que parte de sus cenizas fueran enterradas en uno de los conos cilíndricos Pringles.
Baur murió a los 89 años en una residencia de su tierra, Cincinnati. Sus hijos cumplieron con la última voluntad de su padre y sus restos fueran enterrados en el cementerio de la ciudad de Springfield en una de las latas que él mismo había diseñado. En fin…

Me despido hasta la próxima no sin antes decir que si bien las papas Pringles no suponen el reemplazo de nuestras tradicionales papas fritas (al estilo churrero, “cono” de barrio, o las que nos hace mamá) sí que son un buen “snack” para esos días en que nos apoltronamos en un mullido sillón para ver una película recomendada, claro está, por nuestro columnista Wilson.
Salud!.