Los huevos Fabergé

La costumbre de obsequiar huevos en tiempos de Pascua se remonta a los egipcios, aunque fueron los cristianos quienes le impregnaron un carácter religioso al considerarlos un símbolo de la resurrección de Jesucristo. En numerosas culturas los huevos son sinónimo de fertilidad, de renacimiento, y, sobre todo, símbolo de esperanza para los pueblos. En otras culturas, en cambio, el huevo representa los 4 elementos de la vida: La cáscara (tierra), la membrana (aire), la clara (agua) y la yema (fuego). En la historia se han hecho famosos muchos huevos de Pascua, algunos por la enormidad de su tamaño, y otros por su excentricidad, como el huevo de oro que le regaló Luis XV a Madame Du Barry. Pero sin lugar a dudas, los huevos más distinguidos y renombrados son los “Fabergé”, joyas únicas y pequeños testimonios del arte y la historia de Rusia nacidas en el taller de un joyero de San Petersburgo y fruto de los caprichos de los zares. Aquí su historia…


La historia de los huevos Fabergé comienza cuando el zar Alejandro III y su esposa zarina Maria Fedorovna celebraban su vigésimo aniversario en la Pascua de 1885 (la Pascua es la fiesta más celebrada por los rusos ortodoxos, la cual se celebra intercambiando huevos y 3 besos). Para esa ocasión tan especial, el zar quería obsequiarle a su mujer algo exclusivo, y por tal motivo le encargó al joven joyero Peter Carl Fabergé que hiciera un huevo de características únicas. En la mañana de Pascua, Alejandro III finalmente le regaló a su esposa un huevo con una yema de oro. Dentro de la yema había una gallina también de oro, y dentro de la gallina, una corona real de diamantes en miniatura y un huevo de rubí.

María quedó totalmente maravillada con el regalo, y esto llevó a que el zar contratara los servicios de Fabergé para todas las Pascuas subsiguientes (el joyero fue nombrado proveedor oficial de la corte imperial rusa). El zar sólo insistió en que cada huevo debía ser único, y contener una sorpresa digna de una emperatriz. El joyero y su equipo de orfebres y artesanos, entre ellos maestros joyeros como el ruso Michael Perkhin y los finlandeses Henrik Wigström y Erik August Kollin, diseñaron y confeccionaron huevos de Pascua durante 11 años más hasta que en 1894 Alejandro III falleció (luego de la muerte del zar, su hijo, Nicholas II, ascendió al trono. El nuevo zar no sólo continuó la tradición del huevo de Fabergé para su madre, sino que además encargó huevos para su esposa, la zarina Alexandra Fedorovna. Estos huevos se convirtieron en prioridad absoluta de la compañía y fueron planeados y trabajados con un año o más de antelación: la sorpresa que contenía el huevo se mantenía siempre en secreto).

De esta forma, Peter Carl Fabergé transformó para siempre el mundo de la joyería y el arte, creando piezas sofisticadas y completamente únicas. Entre los huevos de pascua creados por Fabergé se encuentra el "Blue Winter Egg" (Huevo del Invierno Azul), propiedad del Filántropo y coleccionista de arte Freddy Novelo. La joya tiene la peculiaridad de poseer en su interior un ave fénix creada en oro de 24 quilates que se encuentra parada sobre una almohadilla de lápiz lázuli (durante una de sus curadurías se encontraron escondidos en su interior 1753 zafiros y un collar de diamantes los cuales se cree que Carl Fabergé guardó para poder sacarlos de Rusia en 1918).

Blue Winter Egg
Otro de los huevos es él “Petitte Swan Egg” (El huevo del pequeño cisne) que es propiedad de la familia Shuermann. Entre las particularidades de esta obra se encuentra un cisne, creado en su totalidad de oro, diamantes y un mecanismo de cuerda, que al abrir el huevo sale moviendo sus alas con tal delicadeza que pareciera que realmente realiza los movimientos de un ave. El cisne es considerado en Rusia un símbolo de tradición familiar y unión matrimonial (los diseños de estos huevos solían inspirarse en obras de arte que el orfebre veía en sus viajes o en el Museo del Ermitage).

Petitte Swang Egg
De los 69 huevos que hizo en total la Casa Fabergé para los zares, la aristocracia y la élite industrial y financiera, se conservan 62. El más valioso de todos, conocido como el huevo de la Coronación, mide sólo 12,7 centímetros, pero no vale menos de 18 millones de dólares. Y, como todos los huevos de Pascua, guarda una sorpresa: una miniatura de oro, platino y cristal de roca del mismísimo coche que llevó el zar en su coronación.

El huevo de la Coronación
Sin lugar a dudas, cada vez que salga a la venta alguno de los huevos Fabergé, los precios batirán récords, como el que protagonizó a finales de noviembre del año 2007 el huevo Rothschild (fabricado por Fabergé para dicha familia) que es un reloj cucu de diamantes que se vendió por 12,5 millones de euros en una subasta de Christie's de Londres.

Huevo Rothschild
En fin, si para la próxima Pascua quieren ser el centro de atención, o quedar bien con la esposa o novia, pero no tienen los 12,5 millones de euros (…) regalen una imitación de los huevos Fabergé. Hoy en día las reproducciones de estas pequeñas joyas están en la mayoría de las tiendas de souvenirs de todo el mundo y son realmente adorables!. Después no digan que no les avisé…

Imitación Fabergé (realizado con huevo de codorniz)

Adieu!.