La muñeca Pandora: La revista de moda antes de las revistas


Pandora fue una muñeca utilizada para presentar la moda francesa en los siglos XVII y XVIII.


Su nombre fue en honor al mito de la caja de Pandora ya que la muñeca despertaba una insaciable curiosidad, como en el mito griego; pero en lugar de males y vicios traía consigo los últimos caprichos y frivolidades creados en París.


El nacimiento:

En un primer momento, las modistas utilizaban muñecas a modo de maniquí para mostrar sus últimos diseños a las damas de la alta sociedad. Pero fue en el siglo XVII cuando se fecha la primera Pandora. Enrique IV de Francia encargó dos muñecas vestidas según la moda cortesana francesa para enviar a la que se convertiría en su segunda esposa: María de Médicis.
La "Gran Pandora", de 91 cms., vestía un conjunto de corte mientras que la "Petite Pandora", de 72 cms., vestía de diario. Su cabeza y brazos eran de papel maché y el cuerpo, de madera. Unas varillas a modo de pannier  reemplazaban sus piernas a la vez que le daban volumen a las faldas.

Rápidamente se extendió la costumbre de que las señoras de las altas clases debían poseer las "muñecas Pandora". Las damas de la aristocracia (y también la pudiente burguesía) deseaban demostrar que estaban actualizadas en temas fashion, exhibiendo sus Pandoras en todos los salones.

Al mejor estilo de la revista "Vogue":

El gran siglo de las muñecas Pandora fue, sin duda, el siglo XVIII y a medida que su popularidad iba creciendo, las Pandoras llegaron a ser conocidas como “poupees de la Rue de Saint-Honoré”, o incluso, “las grandes mensajeras de la moda” (la expectativa y fascinación por conocer los detalles de la moda era tal que aún en conflictos bélicos se dejaba pasar al carruaje que transportaba tan respetado ‘botín’. La inmunidad diplomática de las Pandora era inalterable).


Su elaboración estaba a cargo por las damas más ‘in’ de la moda francesa (por ejemplo, durante el reinado de Luis XV, eran vestidas en el salón de su querida, la marquesa de Pompadour), o directamente a manos de las modistas más afamadas de la época. En 1778, María Antonieta le encargó a su modista, la conocida Rose Bertin, elaborar vestidos con las últimas tendencias de Versalles para sus hermanas y su madre -la emperatriz María Teresa de Austria-. La ropa de las muñecas era de raso, seda, brocado y damasco e incluso bordadas en oro y plata con encaje de Chantilly, Alencon y Le Puy).

El ocaso de una estrella:

El ocaso de las Pandora tuvo relación directa con la proliferación de medios impresos especializados en moda. Su papel de mensajeras cayó en declive transformándose, paradógicamente, en objetos pasados de moda.