El enigma de la máquina de Antiquitera

En 1900 un grupo de buzos descubrió casualmente un barco naufragado a unos 40 metros de profundidad frente a las costas de la isla griega de Antiquitera. Sacaron muchos objetos del casco, como estatuas y otros objetos de arte, pero también un mecanismo de engranajes bastante deteriorado. A primera vista, los científicos no fueron capaces de determinar cuál había sido su función. Hasta la década de 1950 no se dieron cuenta de que podría tratarse de una computadora analógica primitiva.

La máquina o “mecanismo” de Antiquitera consta de varias ruedas de bronce unidas por un engranaje. Dichas ruedas están provistas de surcos y caracteres que sugieren un instrumento astronómico. En 1902, el arqueólogo griego Spyridon Stais ya había reparado en ello, sin embargo, el mecanismo estaba roto en 4 partes cuando fue hallado por los buzos, y por eso no se le prestó demasiada atención. Los restos del naufragio hacen suponer que el barco debió de hundirse alrededor del año 82 a.C. Se cree que el mecanismo data aproximadamente de la misma época.



Continuemos. Derek de Solla Price, catedrático de la historia de la ciencia de la Universidad de Yale rescató el mecanismo del olvido en la década de 1950. En 1955 redactó su primer informe al respecto, aunque el artículo que daba a conocer el aparato al público en general no fue publicado hasta 1959. En él, Price describía la estructura del instrumento y llegaba a la conclusión de que había sido utilizado para realizar cálculos astronómicos. Eso era necesario en el mar para determinar la posición del barco y navegar. El instrumento permitía calcular tanto el movimiento de los planetas como determinadas fechas a lo largo del año, por ejemplo, los equinoccios (todo ello era posible gracias a que el mecanismo estaba provisto de un “diferencial”. La parte del diferencial en su forma actual no fue inscrita hasta el año 1828, y tan sólo existe un modelo anterior y que nunca se llevó a la práctica, obra de Leonardo da Vinci).

Derek de Solla Price
A partir de la década de 1970, las investigaciones acerca de la máquina avanzaron mucho, pero recién a mediados de los años 90, y gracias a los análisis radiológicos, fue posible crear una copia exacta y funcional. En el 2002 se construyó otra unidad basada en resultados de las investigaciones, y en el 2006 la revista Nature publicó los resultados de una cuidadosa investigación por parte de un equipo internacional promovido por el gobierno heleno, el cual, en resumidas cuentas, nos desvela que la calculadora astronómica resulta ser más de lo que se creía por unos -menos de lo que se afirmaba por otros-, pero nos muestra que el conocimiento astronómico en el primer siglo antes de nuestra Era, y sobre todo las tecnologías para realizar complejos sistemas de ruedas dentadas, era bastante operativo. Solemos pensar que “las cosas de los antiguos" son, necesariamente, atrasadas. No siempre, y esta maquinita lo demuestra. Ya cuando los pescadores de esponjas de Antiquitera descubrieron en 1900 los restos de un barco hundido, es decir, en el mismo comienzo de la historia del hallazgo del mecanismo, se vio la importancia de todo. En el Museo Nacional de Arqueología de Atenas, la máquina y los restos del barco son una de las joyas. Los relatos sobre Elías Stadiatos, el buceador que encontró la máquina, o sobre Dimitrios Kondos, abundan en el imaginario popular y hasta hubo una época en que todo joven, y no tanto, de las islas griegas soñaba con encontrar, buceando, los restos de algún barco, templo o incluso una civilización perdida.

Que la historia da para un libro, o para una serie al mejor estilo Lost, es más que obvio. Sobre todo porque esta historia fue tomada al asalto por los "investigadores de lo oculto y paranormal", subgrupo humano especializado en tomar cualquier misterio inexplicado y convertirlo en inexplicable, o sea, lugar donde uno puede colocar la pseudoteoría más descabellada con total impunidad.

No es nada raro, entonces, que la máquina de Antiquitera se convirtiera en la mimada de quienes querían ver en las culturas que nos antecedieron artefactos y conocimientos que, simplemente, no podrían haber sido desarrollado solos. Quiero decir, sin ayuda externa. Quiero decir, por supuesto, sin la ayuda de los E.T que le echaron una mano a los egipcios constructores de pirámides, a los nazca diseñadores de líneas en el Perú, y un largo etcétera (la popularización de esta versión alienígena de la historia vino de la mano del hotelero, charlatán y best seller Erich von Däniken. Sí, el mismo que una corte de Suiza encontró culpable de malversación, falsificación y fraude, sentenciándolo a 3 años y medio de prisión…digamos que esta experiencia en el engaño sería, posteriormente, invaluable en su carrera literaria).

En fin, si hay algo que nos deja bien en claro este primer planetario del mundo es que los conocimientos necesarios para hacer la máquina, y las tecnologías precisas para llevarla a cabo, existían ya en la Grecia del primer siglo a.C. y que, desde ya, no les hizo falta llamar a los alienígenas para inventar algo así.

Por cierto, si alguién quiere oir como sonaba la máquina astronómica, haga un click acá.

Adieu!.