Zuri es una gorila que nació por cesárea. La falta de interés de su madre estuvo a punto de matarla de hambre y la condenó al peor castigo para su especie: la soledad y marginación de sus congéneres. Esta situación es incompatible en el desarrollo físico y mental de estos primates.
Por este motivo los veterinarios del zoológico de Cheyenne (Colorado, EEUU), decidieron remediarlo y en lugar de recurrir a un muñeco artificial, consideraron la posibilidad de experimentar con un bebé de la misma edad que Zuri. Dio la casualidad de que la directora de marketing había tenido una hija casi al mismo tiempo en que la pequeña Zuri vino al mundo. No fue para nada difícil convencerla para que Eliza, que en el momento de la experiencia tenía 18 meses, se convirtiese en quien ayudara a la simia a alcanzar un desarrollo físico y emocional adecuado.