Así se filmó la escena de la ducha más famosa del cine


Sin lugar a dudas, Psicosis es un perfecto reflejo del modo de ser Hitchcockiano. La película estaba basada en una novela de poca relevancia de Robert Bloch con la modestísima tirada de 10 mil ejemplares. Según las malas lenguas, tan pronto como la novela se presentó a los estudios de la Paramount, los directivos dijeron que “era imposible de filmar. Demasiado repulsiva e impactante, incluso para un lector versado en el tema”.
Sin embargo, Hitchcock compró un ejemplar de la novela en el aeropuerto de camino a Londres y, cuando el avión estaba aterrizando, ya había decidido que sería su próxima película. Ni lento ni perezoso, compró los derechos de la novela por 9 mil dólares y envió a sus tropas a distintas librerías para que compraran hasta el último ejemplar disponible del libro para proteger el secretismo del argumento. Además, Hitchcock tampoco quería que el estudio estuviera muy informado de sus movimientos.


Hitchcock tenía previsto dedicar tiempo y dinero a la preproducción y rodar el filme de forma rápida y económica, casi como si fuera un episodio ampliado de su serie de televisión “Alfred Hitchcock presenta”, que el mismo condujo de 1955 a 1962 (el programa emitía historias de suspenso, adaptaciones de cuentos de escritores de la talla de Eric Ambler, Ray Bradbury, Roald Dahl, Robert Dennos y Ira Levin, entre otros. La lista de directores incluía a Robert Altman, Paul Henreid, Ida Lupino, Norman Lloyd –actor que el director veneraba- y el mismísimo Hitchcock).



A pesar de que en 1955 Hitchcock tenía una destacable trayectoria y era una marca registrada, los ejecutivos de la Paramount se negaron a dar luz verde a Psicosis a menos que fuera él quien elaborara el argumento. Demostrando su intransigencia, Hitchcock se negó a revelar la trama, pero a cambio accedió a recortar el presupuesto. La Paramount no cambió de parecer. Entonces Hitchcock les comunicó su intención de renunciar a los 250 mil dólares de sus honorarios como director, siempre y cuando la Paramount le asegurara el 60 % de los beneficios de la película. Tampoco obtuvo ninguna respuesta. Entonces propuso rodar la película en el set de Universal, donde se producía su serie de televisión, limitando el presupuesto a la reducida cifra de 800 mil dólares. Demás está decir que el estudio aceptó la propuesta, pero igualmente no podía ocultar su nerviosismo. Todas las películas anteriores de Hitchcock se habían filmado en deslumbrante Technicolor, con vestuarios elegantes y localizaciones fascinantes. Psicosis iba a ser una película deprimente y oscura. El estudio tenía sus grandes dudas, pero no quería tener que pasar vergüenza de haber rechazado una película del afamado director. Psicosis iba a filmarse, a pesar de que la Paramount ni siquiera sabía cómo se iba a llamar.
Hitchcock contrató en secreto al guionista James Cavanaugh, para que adapatara la novela, pero le pareció que el primer borrador degeneraba en la última escena y que carecía de humor negro. Finalmente contrató al guionista de televisión Joseph Stefano.


Una cuestión fundamental era cómo hacer que la señora Bates apareciera sin realmente mostrarla. En un libro resulta sencillo explicar más adelante que la señora Bates hace tiempo que está muerta y que ambas voces provienen del psicótico de Norman, y que es el asesino. En una película el tema es más complicado, pero Stefano, el guionista, dio en la tecla: engañar al espectador distrayendo su atención hacia otro lado. En el libro, la primera víctima (Mary Crane) llega al Hotel en el capítulo 2 y es asesinada en el capítulo 3. Stefano sugirió que la película no empezara en la mansión de los Bates, sino con la víctima. De esta forma, el público creería que la protagonista de la película era ella.


En el filme, la victima pasó a llamarse Marion Crane. La película empieza con ella y su amante Sam, con el que tiene intención de casarse. Según Hitchcock, la primera escena con Marion y Sam era fundamental. El director se llevó el guión a su casa y al día siguiente le dijo al guionista: “A Alma le ha encantado”. Ese era el sello de aprobación oficial. Alma Reville era la esposa de Hitchcock desde 1926. Esta editora cinematográfica terminó convirtiéndose en su más estrecha colaboradora, a la que consultaba en cuestión de guiones, story boards, reparto y cualquier otro aspecto de sus películas. Si a ella no le gustaba, no se hacía.
A pesar de que Stefano había pasado la prueba fundamental, Hitchcock lo contrató por tan sólo 2 semanas.
En el libro Norman era un cuarentón corpulento y alcohólico, totalmente dominado por su madre. Estaba basado en el personaje de Ed Gein, también conocido como “El carnicero de Plainfield”, que también sirvió de inspiración para la familia Leatherface en la “Matanza de Texas” de 1974 y para el personaje de Buffalo Bill de la novela “El silencio de los corderos”.

Stefano quería un perfil más interesante para el asesino. Propuso que Norman fuera un joven solitario y cordial. “Imagina a Anthony Perkins”, dijo.


Para el papel de la primera víctima, Marion, Hitchcock pensó en Janet Leigh, la indiscutible estrella del filme. El director la contrató por 3 semanas; se necesitó una semana entera de rodaje de la secuencia de 45 segundos de la ducha. Más tarde, Hitchcock confesaría a Francois Truffaut que se utilizaron 70 posiciones de cámara para esa escena. “Utilicé una modelo desnuda para doblar a Janet Leigh. Tan sólo utilizamos las manos, la espalda y la cabeza de la señorita Leigh. Cómo es de suponer, el cuchillo jamás llegó a tocar su cuerpo; la escena se recreo en el montaje…”.


Hitchcock y Stefano, mientras tanto, seguían puliendo el guión. Investigaron sobre taxidermia, visitaron un concesionario de autos usados, y buscaron casas en inmobiliarias. Según Stefano, su máxima era “Piensa en lo que el público va a preguntar y encuentra la respuesta lo antes posible”.

La combinación del director y del guionista era irresistiblemente audaz. Su propósito era el de romper tabúes y derribar mitos. De esta forma se puede ver a una Janet Leigh con sólo un corpiño blanco o tirando de la cadena del inodoro. Pero quizás el tabú más osado fue el de la representación de la madre pues el tema de la madre abnegada, sacrificada, vulnerable y santa era predilecto en el mundo el cine.


Y ahí estaba la señora Bates, la verdadera villana de la película, la madre que Norman llevaba en su interior, atormentándolo. En el guión de Stefano, la casa representa la mente de Norman, y detrás de la puerta secreta, en el sótano la raíz de todos sus males: su madre. Marion y su compañera de trabajo, Caroline (interpretada por Patricia, la hija de Hitchcock), también mencionan en la película a sus madres muertas.


Un elemento fundamental en el éxito imperecedero de Psicosis es su banda sonora. Inicialmente, Hitchcock quería que la película tuviera el mínimo de música posible y que se concentrara en los sonidos naturales de la calle y el ambiente. El compositor Bernard Hermann (que ya había trabajado con el director en películas anteriores) le dijo en un momento: “Tengo una idea. ¿Qué te parecería una partitura únicamente de cuerdas?. Yo solía tocar el violín, ¿sabes?. Hitchcock quedó tan contento con el resultado que le dobló el sueldo al compositor, un total de 35 mil dólares. Hermann la consideraba una composición “en blanco y negro”, puesto que era muy básica.


Después de Psicosis, Hitchcock dirigió 6 películas más, incluido el éxito de Los Pájaros (The Birds) de 1963, que desencadenó una serie de películas de animales perturbados que atacaban a los humanos.


En fin. El conjunto de las obras del director demuestra que no hay, ni habrá, un Hitchcock después de Hitchcock. Su soberbia, maravillosa y siniestra visión del mundo era incomparable.