El fantasma de "Tres hombres y un bebé".

El tema elegido para el día de hoy se trata sobre una de las leyendas modernas más repetidas y famosas de la historia del cine.


Digamos que hay historias que se las escucha desde hace generaciones y generaciones: alguna persona recientemente fallecida (padre, hermano, amigo o novio, entre otros) comienza a aparecer en algún rincón de una foto. Se lo “ve” detrás de algún mueble o heladera, al costado de una biblioteca, sentado en un sillón, en el borde de una cama, o asomando entre una puerta…y, desde ya, el afecto y la nostalgia de los demás hacen el resto… Finalmente, todos terminan jurando y perjurando que el entrañable difunto se especializa en hacerse presente en las fotografías del grupo familiar.


Esto es, en parte, lo que sucedió hace unas décadas con “el fantasma del video”. Porque en todas las copias de “Tres hombres y un bebé” (también conocida como “Tres hombres y un biberón), la película en la que Tom Selleck, Ted Danson y Steve Guttenberg se vuelven locos para criar a un recién nacido, aparece un fantasma ajeno, muy ajeno, al filme.


¿Cómo nació esta insólita leyenda que sembró la polémica en todo el territorio de los EEUU?.
La historia tiene su asidero: el hecho es que parte de la película se filmó en un departamento en el que había muerto, de un disparo, un desdichado niño (otra versión afirma que fue un suicidio). Y el pequeño, empecinado, se las ingenió – según su dolida madre- para volver a estar en el lugar, pero en "versión" fantasma.
En una de las escenas puede verse su figura – al fondo, como buen espíritu- y hasta la escopeta, con la que supuestamente se mató (o lo mataron).


Fue inútil que la compañía Disney, productora de la película, jurara que la misma no se filmó en el departamento mencionado, sino en un estudio cinematográfico de Toronto, Canadá. Los productores afirman, además, que la borrosa figura que efectivamente se ve es sólo una silueta del actor Ted Danson, recortada en cartón, que iba a ser utilizada para publicidad de la película y que quedó olvidada en el set de filmación.Y aunque la extraña historia haya incrementado enormemente la demanda de la película, la gente de Disney insistió: “¡Habríamos buscado otro tipo de publicidad!. No es nuestro estilo”.

Lo más significativo de esta película no es el rédito que produjo, sino la curiosa unión que se fue originando entre folklore y tecnología – afirmaba Bill Ellis, un profesor de inglés estudioso de las Leyendas Contemporáneas-. “Antes, esta clase de leyendas circulaba sólo en grupos muy restringidos, en comunidades casi cerradas. En este caso el grupo de “creyentes” se expandió en proporción electrónica. Y la imagen, además, está allí, dando pie a las más firmes convicciones”.

No es mi intención desilusionar a ningún lector, pero sería interesante que vean la siguiente imagen…


Ahora bien…no pueden negar que hay “cierto” parecido, no?.


Con respecto al tema de la “escopeta” (o sea, el arma con la cual se mató/ mataron al niño), eso también tiene una explicación…


Sí. Es el “cartón” visto desde otra perspectiva en la que la cortina le tapa tres cuartos del cuerpo…



Adieu!!!.