Germania, la utopía de Hitler

La historia de la arquitectura está salpicada de proyectos más o menos disparatados que nunca pasaron del papel o de las primeras fases de su construcción.
 Si nos atenemos a las fuentes escritas, el primer ejemplo de la civilización occidental es una ciudad que Dinócrates presentó en el siglo III a.C a Alejandro Magno, en dónde una montaña sería tallada con la imagen de éste. Casi podría decirse que es un antecedente remoto de la soberbia y descomunal Germania, una ciudad que, de haberse edificado, nada hubiera tenido que envidiar a la Roma imperial.


Las malas lenguas dicen que cuando Hitler tenía invitados para cenar, le gustaba jactarse de su nueva invención: el proyecto de “Welthauptstadt” (Capital Mundial, en alemán) Germania. El führer, acompañado con una linterna, llevaba a sus comensales por el Jardín de la Cancillería hasta el estudio de Albert Speer (1905-1981), "el primer arquitecto del Tercer Reich".

 La maqueta de la futura capital, hoy perdida, ya era en sí misma un delirio de grandeza: tenía 30 metros de longitud y, para que se apreciaran mejor las dimensiones, había soldaditos de juguete desfilando por las avenidas.

 Albert Speer

El título “Welthauptstadt" Germania fue elegido porque se consideró que la arquitectura de Berlín era en ese momento demasiado provincial y que era necesario poner a Berlín en un nivel superior a la de otras grandes capitales del mundo como lo eran París, Londres o Washington DC. Así, Germania hubiera tenido los siguientes edificios: el Volkshalle, el Estadio Olímpico de Germania, el Arco del Triunfo de Hitler (superior en altura al Arco del Triunfo de Napoleón en París), el Palacio de la Cancillería, el Aeropuerto de Tempelhof, y el Palacio de Congresos, entre otros (dicen que cuando un arquitecto de Mussolini vio el modelo del palacio donde se alojaría Goering, el subalterno de Hitler, exclamó: “¡Cielos, ahora sí que han perdido el juicio!”).


Sin lugar a dudas, Germanía merece el título de desvarío urbanístico más grande de todos los tiempos. Por ejemplo, la cúpula del Gran Pabellón – su edificio principal- se elevaría a 300 metros de altura y tendría una capacidad para 180.000 personas. Los ingenieros estadounidenses que vieron la maqueta cuando las tropas aliadas entraron en Berlín, estimaron que dentro de ella se podrían haber formado nubes.


 ¿Una locura?, desde ya que sí. Pero con la firme intención de convertirse en realidad, ya que se demolieron miles de edificios y ya había 25.000 mil prisioneros checos y soviéticos asignados a los trabajos de construcción.

A continuación "La Superciudad de Hitler".



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