La fiebre de los tulipanes

Parece mentira que una flor que habitualmente vemos en las calles, plazas y jardines de las ciudades fuera el detonante de una debacle económica como la que ocurrió en el siglo XVII en Holanda y que acabó con las esperanzas de muchos ciudadanos que habían invertido sus ahorros, se habían endeudado hasta la médula e incluso hipotecado sus pertenencias con tal de comprar bulbos de tulipán.

El origen de la palabra tulipán no está del todo claro, aunque se cree que deriva de la palabra persa durban-turbante-. La asociación de esta bulbosa con el país europeo proviene del siglo XVII y su historia se remonta a la llegada de los bulbos desde Turquía a fines del siglo XVI.


Hacia el año 1562, el diplomático belga Ogier Ghiselin De Busbecq llevó a Europa los primeros bulbos de tulipán, tras vivir en Turquía en la corte del sultán Soliman el Magnífico. De Busbecq quedó sorprendido y maravillado con la flor y años más tarde, en1593, envió distintos bulbos de tulipán al botánico Carolus Clasius, del Jardín Botánico de Leiden, Holanda. Allí se comenzó a cultivar el bulbo, con tal éxito, que pronto se empezaron a buscar variedades distintas. Por su clima y por la existencia del mercado financiero más complejo del mundo, Holanda era el país ideal para cultivarlos.

En el año 1634, la fiebre por tener tulipanes, la célebre tulipomanía, se propagó tanto entre los holandeses que éstos comenzaron a descuidar su actividad económica normal. Contrariamente a lo que la gente piensa, la fiebre de los tulipanes no tenía nada que ver con las flores, sino con los bulbos que las producían. El precio de los tulipanes comenzó a subir. Para hacernos una idea, basta sólo un dato: por una variedad, la Viceroy, se pagó el equivalente actual a unos 1000 dólares.

Personas de todos los estratos sociales se endeudaban, vendían sus casas y se hipotecaban con tal de obtener dinero en metálico y poder comprar bulbos de tulipanes. El furor que se desató en Holanda con la tulipomanía desembocó en uno de los colapsos financieros más importantes de la historia económica mundial. De la noche a la mañana, los pequeños inversores se convirtieron en millonarios. La fiebre se extendió a otros países y la inversión extranjera llegó al mercado holandés. Los corredores de la Bolsa de Amsterdam se dedicaban exclusivamente a las operaciones de tulipanes y se compraban por adelantado los bulbos que ni siquiera habían crecido. La actividad era tan potente que se nombraron notarios y abogados que sólo se ocupaban de este negocio. El mercado se había vuelto completamente loco.

Pero como suele pasar, tras la tempestad llegó la calma. Los precios más elevados se alcanzaron en febrero de 1637. Estos eran tan altos que los principales productores comenzaron a preocuparse y recomendaron a sus clientes que vendieran o dejaran de comprar. La burbuja estalló y sobrevino el cataclismo. Miles y miles de personas quedaron completamente arruinadas y sólo podían consolarse observando el bello paisaje multicolor que florecía en sus jardines.

Actualmente las cosas han cambiado y se pueden adquirir bulbos por unos 5-7 centavos de dólar. El tulipán es el símbolo de Holanda, país al que está asociada esta hermosa flor y otras plantas bulbosas. Tan sólo en los Países Bajos se cultivan más de 8.000 mil hectáreas, que representan el 65 por ciento de la producción mundial. Además, esta flor es la tercera más vendida en todo el planeta por detrás de la rosa y el crisantemo.

Existen 150 especies naturales de tulipanes. Sin embargo, a esta centena y media hay que sumarle la gran cantidad de híbridos que los floricultores han estado obteniendo desde el siglo XVI. Así, y hasta ahora, se han registrado unas 3000 variedades, según la oficina del Centro Internacional de Bulbos en Flor, en Holanda.

Hay tulipanes rosas, amarillos, rojos, violetas, anaranjados, blancos…el colorido es una de las razones por las que son flores tan apreciadas por los jardineros. El tulipán negro, también llamado Reina de la Noche, es uno de los más famosos.

Cuando se halla una nueva variedad, ya sea por hibridación o mutación, el descubridor tiene el honor de ponerle un nombre, aunque este deberá estar sometido a determinadas normas internacionales, establecidas en 1952. A veces se otorgan nombres que juegan un papel económico importante, como Coca-Cola, o están bautizados como ciudades: Barcelona, London, Oxford. También existen variedades registradas con apellidos de famosos compositores, como Chopin o Berlioz.

En Holanda es tan importante el negocio de los bulbos que su subasta ocupa una posición preferencial en la industria. Antes se subastaban cuando aún estaban en el campo, sin crecer, y todavía hoy se venden por adelantado, o sea, cuando están en la tierra y aún cuando nadie pueda predecir cómo va a ser la cosecha.

La región holandesa más famosa por sus tulipanes se encuentra entre Haarlem y Leiden, en pueblos como Lisse, Hillegom, Noordwijkerhout, Noordwijk y Vogelenzang. En primavera allí se pueden ver todos los colores del arco iris. Otra región hermosa (aunque más pequeña), es la del Beemster, al norte de Amsterdam. Y al norte de Alkmaar también hay muchos campos de tulipanes

Demás está decir que Holanda también cuenta con el Museo de los Tulipanes de Amsterdam (Amsterdam Tulip Museum) y está ubicado en el barrio de Jordan, junto al canal de Prisengracht y a pocos metros del famoso Museo Casa de Ana Frank y de la Iglesia WesterKerk, en pleno centro de la capital holandesa...


En fin. Sí pueden visitar Holanda, visíten los campos y compren cuadros con flores (los realizan los artístas y utilizan alrededor de 10 mil pétalos para cada metro cuadrado).

Adieu!.