Las mujeres plato

En las distintas culturas, pintarse el rostro, adornarse con collares, anillos y pulseras, tatuarse la piel, o lucir perforaciones es algo más que una cuestión de coquetería. Los adornos corporales transmiten una vasta riqueza de información. De ese modo se proclama la pertenencia a un pueblo, a un grupo, a una etnia, se informa el estado civil de quien lo porta, el paso de la infancia a la adultez, el nacimiento de un hijo, o la puesta en escena de un ritual…

Los Mursi son una tribu muy primitiva asentada al sur de Etiopia, a orillas del río Omo. No se sabe con seguridad cuántos Mursis hay (nunca ha sido posible censarlos con certeza, pues hay algunos otros, como los Bume, que son muy parecidos a ellos) pero se cree que hay entre 5000 y 10.000.
Viven de la agricultura cultivando maíz y sorgo y también de la ganadería, sobre todo del ganado vacuno, cuya tenencia marca la posición social de cada familia. Dentro de la zona son los más agresivos y acostumbran mantener conflictos armados con sus vecinos los Bodi y Ari (etnias que habitan territorios más al oeste) por, entreo otras cosas, robo de vacas.

Con respecto a su aseo corporal, los baños son escasos por los malos espíritus y los cocodrilos que habitan en el río. Hablan una lengua de origen nilótico, igual que los Bodi y Ari, pero lo que los distingue especialmente de sus vecinos es la costumbre adoptada por sus mujeres de llevar en el labio inferior un plato de arcilla (en la orejas, cuando están solteras) que ellas mismas confeccionan y cuecen en pequeños hornos de leña.

Entre las mujeres Mursi, los platos labiales son todo un motivo de orgullo, un signo de resistencia y un símbolo de belleza y elegancia. Cuanto más grande es el plato, más deseada será la mujer y más vacas costara la dote que el hombre pagará por ella (lo normal es que paguen 20 o 30 vacas, algunas colmenas y últimamente es obligatorio regalarle al padre de la novia un Kalashnikov, el fusil de asalto más utilizado en los conflictos bélicos). Vale aclarar que las mujeres de las familias más pobres no llevan plato.

El ritual del corte del labio se realiza a los 15 años. En ese momento también le arrancan los 4 dientes inferiores para que el plato se sostenga mejor (lo hacen con un palo o un trozo de hierro que aplican en la superficie de las piezas y luego golpean con una piedra). Posteriormente le realizan una clitoridectomía respetándole, por lo menos, los labios vaginales. A los hombres también los circuncidan. En realidad esto es así en toda Etiopía, cristianos coptos incluidos. Los Mursis también se rapan desde la cabeza a los pies porque les repugna el vello.

Según los antropólogos que los han podido estudiar de forma adecuada, los Mursi son muy cerrados, herméticos, casi impenetrables. Los misioneros que han querido convertirlos han fracaso en su tarea, al igual que el gobierno y alguna que otra misión humanitaria.
Sólo admiten ayuda en forma de alimentos, especialmente maíz, y con el poco dinero que sacan a los turistas y algo de miel que venden, compran fusiles y municiones para enfrentarse con sus vecinos.

Realmente no sé si esto es bueno o malo, pero de lo que sí estoy segura es que mantienen a ultranza sus tradiciones, su devoción a las vacas, sus ceremonias, sus creencias, su escala de valores (lo único que han cambiado es la lanza por el Kalashnikov) y sus características mujeres (las más hermosas del mundo…).

Adieu!.