Museo de la Mafia

“Sabes, creo que tienes una imagen equivocada de mi, y lo menos que puedo hacer es explicarte exactamente como funciono. Por ejemplo, mañana me levantaré temprano y me daré un paseíto hasta tu banco. Luego entraré a verte y si no tienes preparado mi dinero, delante de tus propios empleados te abriré tu puta cabeza. Y cuando cumpla mi condena y salga de la cárcel, con suerte, tú estarás saliendo del coma… ¿y qué haré yo?, te volveré a romper tu puta cabeza. Porque yo soy idiota, y a mí lo de la cárcel me importa una mierda. A eso me dedico, así funciono yo”. (Joe Pesci en “Casino”).

El uso de la palabra “Mafia” se ha extendido tanto que hoy en día se emplea para definir a cualquier organización de delincuentes. Así, los distintos medios hablan, por ejemplo, de la mafia japonesa – los Yakuza-, la mafia colombiana –El cartel de Medellín- y de la mafia gallega –referida a las familias que trafican con drogas en el norte de España-. Error. La Mafia tiene un emplazamiento y unos orígenes muy concretos (concretos en cuanto al lugar; porque en cuanto al tiempo, nadie sabe con seguridad cuando surgió la Mafia, o Cosa Nostra, como prefieren llamarla sus propios miembros).

John Gotti

Según una de las versiones más románticas, surgió en el siglo XIII como una sociedad fundada en Italia para luchar contra la opresión de los franceses de Anjou. Su grito de guerra sería ¡Morte alla Francia Italia anela! –MAFIA- (Italia anhela la muerte de los franceses) y sus iniciales abrían dado origen a la palabra. Pero en los ambientes mafiosos circula otra versión, que incluso aparece en el libro “A man of honor”, autobiografía del difunto capo Joe Bonanno: la palabra fue acuñada durante las revueltas populares que surgieron después que un soldado francés violó, en 1282, a una doncella de Palermo. Un grupo de sicilianos aniquiló a la tropa francesa, y el levantamiento se fue extendiendo de pueblo en pueblo, contra los franceses. Mafia se convirtió en el grito de guerra de los sublevados en honor a los gritos desgarradores de la madre de la doncella violada: “ma fia, ma fia” (mi hija, mi hija).

No hay pruebas que aseguren la veracidad de estas historias. Algunos creen que son más confiables las versiones que sitúan su origen entre los siglos XVII y XIX (los grandes terratenientes tenían sus residencias en las ciudades más importantes, como Palermo, Nápoles, o incluso Roma, y dejaban sus tierras al cuidado de unos aparceros denominados “gabelloti”. Con el tiempo, gracias a la prolongada ausencia de sus amos y a la pobreza e ignorancia del campesinado, los gabelloti fueron imponiendo su ley. Exigían a los campesinos el pago de tributos a cambio de protección, y el que no pagaba podía perder en una noche sus viñedos, sus rebaños o incluso su vida. Así, comenzó a hacerse popular la “lupara”, escopeta de 2 cañones utilizada para la caza del lobo, pero que aún hoy en Sicilia es el arma preferida de los mafiosos para liquidar a alguien); de todas formas, las primeras apariciones documentadas de la palabra Mafia datan de 1838, aunque, sin lugar a dudas, la organización ya existía desde años atrás.

Los años transcurridos desde su aparición han afectado muy poco a la estructura básica de la Mafia. Tanto en Italia como en EEUU (países en que se ha implantado) sus miembros están divididos en familias. Estas familias no tienen nada que ver con los lazos de sangre, sino que es un simple denominador para cada grupo mafioso. Frecuentemente se las denomina por el apellido del mafioso que las fundó. A la cabeza de la familia está el capo, y por debajo de él, el sottocapo, segundo al mando. El tercero en la jerarquía es el consigliere -consejero- cuya opinión sobre los negocios de la familia, como indica el nombre del cargo, tiene gran peso a la hora de tomar decisiones. Después están los capodécima –capitanes- que son algo así como los jefes de grupo. Cada capitán tiene bajo sus órdenes a varios soldati –soldados- que son la escala más baja - de todos modos, sólo por el hecho de pertenecer a lo que también se llama (entre ellos, claro está) la “honorable sociedad”, un soldado ya es mirado con respeto por el resto de los delincuentes con los que trata-.

La iniciación en la Mafia tiene su ritual, que se conoce por declaraciones de mafiosos arrepentidos. Uno de ellos, Tomasso Buscetta, lo relata así: “Me pincharon el dedo con una aguja y me dijeron que refregara la sangre que goteaba sobre una estampa sagrada. Luego prendieron fuego a la imagen y yo pronuncié la formula ritual: ‘Si alguna vez traiciono, mis carnes arderán como esta sagrada imagen’.”

Sí, un mafioso puede ser asesinado por varios motivos, por ejemplo, por la ruptura del código moral; éste ha sido el caso de algunas personas, mafiosos o no, que tuvieron relaciones con la mujer de otro mafioso; pero el motivo principal es, hoy como hace siglos, la traición: sobre todo romper la ley del silencio, la famosa “omertà”. La más mínima sospecha de que a algún miembro de la sociedad se le haya soltado la lengua con las autoridades significa la eliminación inmediata (por este motivo, los delatores se cuentan con los dedos de una mano).

Uno fue Joe Valachi, mafioso de poca monta que trabajaba para el sanguinario Vito Genovese. En 1962, estando ambos en la prisión de Atlanta, Genovese creyó que Valachi era un delator, y lo besó en los labios; gesto que, entre mafiosos, es llamado el beso de la muerte. Presa del pánico, Valachi fue “corriendo” a brazos del FBI. Sus revelaciones, aunque poco importantes, permitieron al senado estadounidense hacerse una idea de la estructura del crimen organizado de su país. ¿Qué pasó con el “delator”?, a pesar de que la Mafia ofreció 100mil dólares por su cabeza, Valachi logró morir de viejo en 1971.

Joe Valachi
Tomasso Buscetta, más conocido como Don Massino, ha sido el Valachi de los años 80. Su traición le ha costado el asesinato de numerosos miembros de su familia, incluidos 2 hijos. Pero la información que le suministró al juez Falcone se cristalizó en más de 300 órdenes de detención. Según declaró el jefe de la Administración Antidroga estadounidense, Frank Monastero, “Valachi era una agenda de notas, Buscetta es una enciclopedia”.

Tomasso Buscetta
En fin, si quieren saber más sobre el tema, pueden visitar el “Museo de la Mafia - Leonardo Sciascia” que está situado en la isla italiana de Sicilia, más precisamente en la localidad de Salemi.
Su director, Nicolas Ballario, cuenta que el objeto del museo "es el de hacer una contribución a la lucha contra la mafia, pero no de un modo retórico, sino intentando hacer entender a quien nunca ha vivido con la mafia qué es la mafia. Además, queremos recrear los ambientes en los que actúa".

De esta forma, y entre otras cosas, el museo cuenta con la recreación de un cadáver "cementificado" (método practicado por la Cosa Nostra para hacer desaparecer a sus enemigos); portadas de diarios en los que relatan sus matanzas, o documentos sobre casos de mafiosos arrepentidos que colaboran con la Policía.

Un museo que, Dios y billete de por medio, me encantaría visitar!.
Adieu!!.