El gran dictador

No hay duda que la preocupación social de Chaplin fue evidente en casi todas sus películas mudas. Los villanos, traidores y sinvergüenzas eran los policías, los pudientes, los autoritarios, los hombres grandes y fortachones.
Después, sus intereses se ampliaron. Un viaje que realizó a Londres en 1931 estableció el comienzo de una gira durante la cual conversó con notables personalidades, especialmente sobre la crisis económica desatada tras la caída de la Bolsa de Wall Street. La consecuencia: Tiempos modernos (1936), señalada como una sátira contra el capitalismo y el maquinismo, aunque sólo lo fue a escala reducida.

Como anarquista que se resistía a que le dieran cualquier tipo de órdenes, debió estar sumamente afligido y preocupado ante el avance del fascismo, primero con Mussolini en Italia , luego con el gobierno nazi en Alemania y por último con la explosión ideológica que significó la Guerra Civil española desatada en julio de 1936. En Los Ángeles, estos eran los temas que se hablaban en las reuniones sociales a las que Chaplin asistía, donde se codeaba con eminentes refugiados europeos como Thomas Mann, Lion Feuchtwanger, Bertolt Brecht, Max Reinhardt, Fritz Lang o Salka Viertel.

La política europea fue así el incentivo para que Chaplin comenzara con El gran dictador. En años anteriores ya había parodiado a Napoleón, pero la nueva imitación tenía un motivo adicional. No sólo Hitler y Chaplin habían nacido en fechas muy cercanas (en abril de 1889, con 4 días de diferencia) sino que muchos observadores señalaron entonces que el dictador alemán había imitado el bigote del cómico inglés y que también tenía una marcada tendencia por desarrollar su mímica y su gestualización teatral.

Sigamos. El proyecto acarreaba grandes riesgos: en la década del 30 el cine norteamericano se abstenía de abordar temas relacionados a la política internacional, pues una mínima broma, chiste o ironía contra los gobiernos de Italia y Alemania duplicaba el peligro de perder esos mercados. Por tal motivo, apenas se conoció la noticia, Chaplin y Artistas Unidos recibieron varias amenazas.

En 1938 el cómico estaba muy indeciso; había considerado la posibilidad de consultar al presidente Roosevelt, la cual no llegó a concretarse. Sin embargo, Chaplin retomó la idea, imaginando 2 personajes básicos: un barbero judío amnésico que se parece al dictador y es llevado por el azar a sustituirlo, mientras el dictador es llevado también por el azar a ser confundido con el barbero. En ese doble rol, Chaplin encarnaba la parodia de Hitler y su tradicional personaje Charlie.

Las bromas de Chaplin se extendieron a los nombres propios: Hynkel por Hitler; Napaloni (por Napoleón) por Mussolini; Garbitsch (que alude a “garbage”, basura) para un equivalente a Goebbels, y Herring (o sea, sardina) para Goering. Hay que agregar que su mujer, Paulette Goddard, fue la que personificó a Hannah (así se llamaba la madre de Chaplin). Mucho más sutil fue sustituir la cruz esvástica por una doble cruz, pues “doublé cross” es la expresión inglesa para “traición”.

Las presiones italianas y alemanas para que El gran dictador fuera prohibido habían comenzado en 1930 y encontraron eco en los grupos aislacionistas norteamericanos y con el gobierno inglés de Chamberlain, firmante del Pacto de Munich con Hitler. Continuaron después del estreno, en octubre de 1940, cuando la película fue prohibida en varios países europeos, al igual que en Perú y Argentina, donde recién fue autorizada en 1945, tras el fin de la guerra. En España se estrenó con 35 años de demora, en 1976, tras la muerte de Franco.

El crítico inglés David Robinson, en su completísima biografía de Chaplin (1985), contó las indecisiones y cambios de rumbo que sufrió El gran dictador. En un primer libreto, por ejemplo, Hynkel tenía una esposa judía, que debía interpretar la actriz también judía Fanny Brice, pero eso no llegó a filmarse. También hubo dudas sobre los títulos, que perfectamente pudieron haber sido Los 2 dictadores, Dictamanía o Dictador de Ptomania (la tomaína alude a una putrefacción, a algo que se está descomponiendo). El discurso final, que dura unos 6 minutos, fue criticado por varios colaboradores que argumentaron que su contenido humanista era demasiado sentimental y melodramático, y que estaba fuera de tono respecto de la concepción humorística del resto. Esto también ponía de manifiesto su antiguo enfrentamiento con el cine sonoro; pero Chaplin mantuvo el discurso, difundido luego en libros y folletos por sus admiradores.

En 1964 Chaplin publicó "Mi autobiografía", un libro realizado durante su exilio en Inglaterra y Suiza (1952-1963). El texto tiene varias “fallas” en títulos y fechas. En el caso de El gran Dictador, Chaplin escribe que se decidió hacer la película tras el avance nazi en Bélgica, Francia y el ataque a Rusia, “prueba de la inevitable demencia de Hitler”. Pero ocurre que la película se había estrenado en Nueva York en octubre de 1940 y que el ataque nazi a la URSS se inició en 1941.
Ese detalle con las fechas puede ser, y seguramente lo fue, intencional. Entre 1938 y 1941 Chaplin tenía bastantes motivos para incluir a Stalin junto a los otros dictadores. No lo hizo porque siempre tuvo un fuerte y abierto respeto con la causa soviética. Ese respeto y tolerancia le pesó en los años posteriores, cuando fue acusado de comunista, aunque en realidad jamás habría soportado que un dirigente comunista le diera indicación alguna en sus películas.

En fin...dicen que el propio Hitler vio 2 veces la película, pero jamás se conocieron sus comentarios. En una entrevista, Chaplin comentó que daría lo que fuese por saber la opinión del Führer...

...Ahora mismo, mi voz llega a miles de seres en todo el mundo, a miles de hombres desesperados, mujeres y niños, víctimas de un sistema que hace torturar y encarcelar a personas inocentes. A los que puedan oírme, les digo: no desesperéis. La desgracia que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de hombres que temen seguir el camino del progreso humano. El odio pasará y caerán los dictadores, y el poder que se le quitó al pueblo se le reintegrará al pueblo, y así, mientras el Hombre exista, la libertad no perecerá jamás…(El gran dictador. Fragmento del discurso final).






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