Harley Davidson y los Ángeles del infierno

Máquina-fetiche, la Harley Davidson es una expresión de cultura… Elvis Presley, Marlon Brando y más recientemente Arnold Schwarzeneger, se encargaron de convertirla en una estrella universal. Y es que ningún otro vehículo logró sintonizar de tal forma con el espíritu rebelde de los jóvenes de entonces.

Libertad. Rebeldía. Rock n´Roll. Actitud. Éstos son tan sólo algunos de los conceptos íntimamente ligados a la Harley Davidson, una compañía con más de un siglo de historia cuyas motos han sido siempre un referente para la industria.
Sus orígenes se remontan a 1903 cuando un joven de Milwaukee, William S. Harley, y su amigo Arthur Davidson fundaron la marca que llevaría sus nombres. Utilizando sus propios diseños y el patio trasero de la familia Davidson como taller, construyeron su primer modelo de competición, que, en septiembre de 1904, hizo su primera aparición en público.


Poco a poco fueron aumentando su producción, y al año siguiente ya tenían más de una docena de motos en el improvisado taller. En 1907 la cifra ascendería a las 150 unidades de Harley Davidson.Con la entrada de los Estados Unidos en la I Guerra Mundial, la Harley se convertiría en el proveedor oficial de su ejército, al que suministró más de 20 mil motocicletas, y 88 mil durante la Segunda Guerra (las famosas WLA y WLC, de las que muchas ruedan aún). Todavía eran máquinas con el cambio de velocidades de palanca, con arranque por pedal y sin suspensión trasera (el cambio en el manillar no aparecería hasta 1953, los amortiguadores posteriores hasta 1958 y el encendido eléctrico hasta 1965, en la famosa Electra Glide, motocicleta a la que Hollywood dedicó un filme, Electra Glide in blue).

Al final del movido período de los años 60, la Harley-Davidson entró en una nueva era de su historia. Esta sociedad, que había sido propiedad de personas físicas durante más de 60 años, se introdujo en la Bolsa en 1966, para fusionarse cuatro años más tarde con la American Machine and Foundry Company. Esta fusión con la AMF proporcionó a la Harley-Davidson los recursos que la sociedad necesitaba para seguir expandiéndose. Pero en 1981 un grupo de ejecutivos de la Harley, encabezado por Vaughn Beals, aprovechó que la AMF consideraba que perdía dinero con las Harleys para comprarles la compañía. De esta forma, y bajo el lema “El águila vuela sola”, comenzaba una nueva época de oro para éstas motos, la cual actualmente conocemos.

Pero, ¿por qué las Harleys tienen una larga relación con la más visceral contracultura de vagabundos sin ley y ermitaños de los EE. UU?. Digamos que todo comenzó con los “Hell´s Angels” o Angeles del Infierno, unos feroces pandilleros motorizados que en tantas películas de Hollywood atemorizan carreteras y pequeñas poblaciones rurales.

Estos Ángeles surgieron cuando al final de la II Guerra Mundial muchos GI´s (soldados rasos de infantería norteamericana) que no se sentían preparados para reincorporarse a la sociedad se tomaron un tiempo para vagar por su país montados de las grandes máquinas WLA que habían sobrado de la guerra y con las que se sentían familiarizados. Los Ángeles, la mayoría sin trabajo, educación ni casa propia, sólo poseían sus motos a las que llamaban irónicamente “cerdos trucados”. Exhibían orgullosamente sus músculos y sus barrigas cerveceras, usaban camperas de jean o de cuero viejas que acompañaban con infaltables gafas oscuras, melenas y barbas tupidas, tatuajes (cuando nadie más que los ex presidiarios y marinos se atrevía a decorarse la piel) y rechazaban con total desprecio los cascos protectores. Eso sí, si alguien atacaba a un Ángel, el resto lo defendía y además destrozaban el lugar de la pelea. Eran individualistas y a la vez gregarios, ultramachistas (con ellos solían viajar varias “big mamas”, mujeres que toda la banda compartía sexualmente) y racistas. Subsistían con trabajos ocasionales como correos de droga (recuerden la película Easy Riders) luego como utileros de grupos de rock y cuando alcanzaron la fama, en la década del ´60, como extras o dobles cinematográficos. Incluso, en una nefasta ocasión, fueron contratados como cuerpo de seguridad (…) en un concierto de rock, el de Altamont, donde asesinaron a cuchilladas a un joven negro mientras los Rolling Stones tocaban “Sympathy for the Devil”, un tema que por largos años no se atrevieron a volver a interpretar en vivo.

Pero las cosas han cambiado, y mucho, desde entonces. Hoy el típico dueño de una Harley, aunque por sus tatuajes y/o piercings hasta en los huesos y su indumentaria de cuero y jeans pueda recordar a esos temibles outsiders, a menudo es un calificado y muy bien pagado profesional de mediana edad (digamos que estas motos cuestan demasiado como para que un jovenzuelo desocupado o semidelincuente pueda permitírsela). La filosofía de los nuevos propietarios lo dejó bien en claro: "Seguiremos con el harlista de siempre pero, además, fabricaremos un producto exclusivo para los yuppies de París, Hamburgo o Sidney".

Sigamos. Si este neo-harlista en cuestión usa barba, seguramente habrá invertido cientos de horas y de dólares en productos cosméticos para cuidarla. Las chaquetas de cuero que utiliza son cualquier cosa menos económicas. Otros accesorios como las botas, los lentes de sol, los cinturones y logotipos metálicos o de tela pueden sumar miles de dólares, sin agregar el ya legalmente imprescindible casco protector (aunque todavía muchos lo sigan utilizando de adorno)… y no olvidemos que las Harleys nunca se han caracterizado por ser motos que ahorren en nafta o aceite. No hay duda que sale muy caro parecer un fuera de la ley. Casi más que serlo…

En fin, cabalgar a solas una Harley por una de esas infinitas autopistas del Medio Oeste norteamericano, con el sol al rojo vivo poniéndose a nuestras espaldas, es sentirse crítico al sistema, es toda una meditación zen sobre dos ruedas, es quedarse a solas con el lado más salvaje y primitivo de la personalidad… Ser parte de una tribu de motoqueros harlistas-yuppistas es reintegrarse al ejército valiente que reta a lo desconocido…Y sí, money, money, money…un boleto seguro para poder revivir sobre un corcel de hierro el mito del vaquero solitario desafiando el inconmensurable universo…y es tan así que ya no se sabe si fue Dios o el mismísimo diablo el que creó a motoqueros y yuppies, pero lo que sí es seguro es que la grandiosa Harley Davidson es la que los une...

Y cómo dice el viejo lema harlista: "Hoy nos vemos aquí y mañana en el infierno".
Adieu!.

Para seguir leyendo:
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