Giacomo Casanova

Algunos dicen que sus conquistas amorosas fueron cientos, otros miles. Yo digo que el número no tiene importancia. Fueron muchísimas y con eso alcanza.

A todas sus mujeres las hizo feliz, y de ninguna de ellas hizo una loca, su sentido común se lo prohibía. Resulta irrelevante que ninguna pudiera retenerlo. Giacomo Casanova (1725-1798) fue un inestable, un inconstante, un veleidoso demasiado consciente. Engañó a las mujeres y se dejó engañar por ellas como una fatalidad inevitable. “Por lo que toca a las mujeres, se trata de engaños recíprocos que no entran en la cuenta, porque cuando el amor se mete por medio, es cosa común que los unos se engañen a los otros”, así decía en sus Memorias y así era él, un huracán de libertinaje que arremetió en los corazones de incontables damas…

Muchos ven a Casanova como el mujeriego más importante de la historia, pero para algunos historiadores fue uno de los primeros feministas ya que como se deduce en sus memorias, veía a las mujeres como iguales y las admiraba, deseaba que éstas disfrutaran tanto como él y les daba libertad de expresar sus deseos, algo que para la época era inapropiado para una dama. Giacomo Casanova ha sido, en alguna manera, un hombre de avanzada para una época fóbica plagada de formalismos e hipocresía.

Anécdotas curiosas de Casanova hay varias. Gustaba de las ostras y del buen vino. Fue sacerdote y tuvo amistad con 2 Papas (pero abandonó todo por amor a una mujer 10 años mayor que él y casada). En España conoció la cárcel, fue amigo de Voltaire y Mozart, se paseo por todas las cortes, trabajó como espía para la inquisición, se batió a duelo y mató en Polonia al conde Branicki; fue un desvergonzado en Venecia y un caballero en París, practicó la cábala judía, en Turquía vivió una vida digna de “Las mil y una noches”, divagó como filósofo, regentó un casino, tuvo varios hijos naturales, se inventó un alter ego con título nobiliario pasando a llamarse Chevalier de Seingalt, se dejó adorar cuanto quiso y adoró cuanto lo dejaron, y pasó sus últimos días en la biblioteca del conde Waldstein, en un castillo del Dux, en la perdida Bohemia, donde escribió sus fascinantes Memorias.

Giacomo Casanova vivió únicamente para cultivar la estilización y goce de sus sentidos. Su vida fue un juego de cartas en el que siempre guardaba un as en la manga. No escatimó medio alguno para timar a los ricos y a los ingenuos, a los amigos y enemigos…“He vaciado el bolsillo de mis amigos para atender a mis caprichos, porque estos amigos tenían proyectos quiméricos y, al hacerles confiar en el éxito, esperaba curarles de ellos desengañándolos. Yo les engañaba para volverlos prudentes, y no me creía culpable, porque nunca actuaba por avaricia. Empleaba en pagar mis placeres las sumas destinadas a conseguir posesiones que la naturaleza hace imposibles. Me sentiría culpable si hoy fuera rico; pero no tengo nada, todo lo he tirado, y esto me consuela y me justifica. Era dinero destinado a locuras: no he cambiado, pues, su destino al utilizarlo para las mías”.

Su vigorosa aventura recorrió toda Europa. Se hizo idolatrar, amar y honrar por mujeres de toda condición, desde la condesa que lo solicitaba en sus aposentos, a la prostituta de los bajos fondos londineses. Sí, Casanova fue un blando de corazón: él no dudó nunca, se enamoró y ejecutó con entusiasmo y refinamiento donde el refinamiento debe; con alegría, locura y derroche donde la pasión así lo demande…Casanova fue un hombre que hizo de su vida la obra de arte que ha servido de hilo conductor no sólo a Balzac, Sthendal y Schnitzer, sino también a Hoffmannstahl y a Rilke, a Sandor Marai, Myklos Szentkuthy, Marina Zwetajewa, y en América Latina a Octavio Paz y a Bioy Casares, entre otros.

En fin, como bien dice la biografía de este amante veneciano escrita por Lydia Flem (también biógrafa de Sigmund Freud) : “Casanova, el hombre que amaba realmente a las mujeres…

Adieu!!.

Para seguir leyendo:
-Personaje Museístico: El Dandy
-Objeto Museístico: Revista Playboy
-Objeto Museístico: El cinturón de castidad