Los asesinos psicópatas y el cine

Los asesinos andan sueltos, es cierto, pero no se sabe por dónde. Muchos ni siquiera saben que lo son. Aparecen repentinamente, como llegados de la nada, y cometen los más horrorosos crímenes sin razón aparente. La ciencia puede darnos muchas explicaciones para su conducta, pero ninguna cura.

En cualquier clase social puede haber uno. Una maestra, un gerente de empresa, un enfermero, un abogado o un almacenero pueden iniciar en cualquier momento una terrorífica carrera criminal. Terror que no tiene nada que ver con el que provocan los monstruos del cine, como Jason de la serie "Viernes 13", o el Freddy Krueger de "Pesadilla", sino que está más cercano al interesantísimo e inquietante doctor Hannibal Lecter, de la justamente aclamada "El silencio de los Inocentes", o al yuppie asesino Patrick Bateman, de la polémica "American Psycho". Bajo su aspecto normal y corriente, ocultan un monstruo mucho más temible que sus coetáneos de cara desfigurada y machete en mano.

Históricamente, asesinos múltiples los ha habido siempre; si retrocedemos al siglo XV, encontramos al noble francés Gilles de Rais, compañero de armas de Juana de Arco, famoso por su integridad y valor en el campo de batalla. Pero también famoso por su gran interés por la magia negra y la pederastía homosexual. Ello, junto con su sadismo, le hizo violar y asesinar a unos 50 niños, antes de ser descubierto y quemado en la hoguera. A finales del siguiente siglo, la condesa Transilvana Erzébet Bathory también recurría a la brujería para conservarse joven y bella eternamente. Ayudada por un grupo de fieles servidores, y desde la impunidad que le proporcionaba su alcurnia y el aislamiento de su castillo Csegé, hizo torturar y matar a más de 600 muchachas, en cuya sangre se bañaba después. Cuando fue detenida, su pertenencia a la nobleza la salvó de la hoguera, pero no de la prisión perpetua.Tenemos aquí 2 ejemplos de asesinato aristocrático, los casos de 2 personas que pudieron desarrollar sus instintos criminales a gran escala, gracias a su poder y posición social, eligiendo a sus víctimas de las clases más bajas de la sociedad.

Pero el crimen no tardaría en democratizarse de la mano de Jack el Destripador, asesino psicópata por excelencia, quién acuchilló y mutiló a 6 prostitutas – hay quienes dicen que fueron más- en los callejones de Whitechapel, Londres, para luego finalmente desaparecer.

Si Jack sigue envuelto en el misterio, pocas dudas quedaron sobre Henry Desiré Landrú, el barba azul francés responsable de, al menos, 10 asesinatos. Cuarentón, culto, educado y con una tupida barba, Landrú- que, por otra parte, estaba felizmente casado y era padre de 4 hermosos hijos-mantuvo relaciones con 283 mujeres, generalmente de edad madura, a las que seducía para apoderarse de sus ahorros. Acuchilló o apuñaló a 10 de ellas, y después descuartizó y quemó los cadáveres. Aunque jamás reconoció sus crímenes, la policía encontró una libreta donde apuntaba meticulosamente todas sus citas amorosas. Los intentos de la defensa de conseguir un eximente por locura fueron en vano, y Landrú, efectivamente, murió en la guillotina.

Más explícito fue el alemán Peter Kürten, conocido como “El vampiro de Dusseldorf”, quién, luego de ser detenido por apuñalar y desangrar a mujeres y niños, declaró que sus víctimas merecían su destino. Uno de los psiquiatras que lo trató consiguió que le confesara que sus crímenes le daban cierto placer sexual, detalle que se ha repetido en algunos otros casos de apuñaladores o estranguladores.


La lista podría seguir hasta volverse interminable. Albert de Salvo, el estrangulador de Boston, mató, entre 1962 y 1965, a 13 mujeres. Antes de que fuera asesinado en la cárcel en 1973, los psiquiatras descubrieron en él un odio acérrimo hacia su madre. O Peter Sutcliffe, el nuevo destripador de Inglaterra, también con 13 muertes hasta su arresto en 1983. O John Wayne Gacy, que, entre los años 1972 y 1977, violó, mató y enterró en el patio trasero de su casa a 33 niños y jóvenes.

Ante tanto asesinato por nada, sin móvil ni motivo aparente, nos podríamos preguntar ¿qué tipo de persona es capaz de hacer una cosa así?.

El psiquiatra forense José García Andrade opina que “no se puede hablar de un perfil psicológico; es más, incluso cualquiera puede ser un asesino. El hombre que es portador de una agresividad importante, cuando esa agresividad se llena de contenido humano, de emoción, de memoria y de inteligencia, se transforma en violencia. Todos podemos ser violentos”. Pero en las personas que han manifestado su violencia cometiendo varios asesinatos, aparecen algunos rasgos comunes. “Muchas de estas personas tienen una gran falta de resonancia emocional”, declara García Andrade. “Carecen de afecto, de emociones, de sentimientos. Saben lo que es bueno y lo que es malo, pero no lo sienten.” El psiquiatra Villanova añade que “un factor importante en el surgimiento de estas violencias es la frustración. Pero respuesta tan violenta obedece a procesos cercanos a la patología. Entre ellas puede encontrarse los celos, los fanatismos, el miedo insuperable, o la crueldad como una perversión de los instintos”. Un buen ejemplo es el de José Antonio Rodriguez Vega, el asesino de ancianas de Santander. Asesinó a 16 mujeres mayores y transformó su casa en una especie de museo en el que guardaba todos sus fetiches.

Mucho se ha hablado del llamado Síndrome de Vietnam, que afecta los veteranos de esta guerra que no han podido superar las frustraciones de su readaptación a la vida civil. Curiosamente, uno de los primeros casos que se tiene noticia es muy anterior a Vietnam: Howard Unruth, veterano de la Segunda Guerra Mundial, asesinó a 13 personas en Candem, Nueva Jersey, porque “creía que sus vecinos se reían de él”. La paranoia suele ser el factor desencadenante de estos crímenes; el creerse víctima de una conspiración o burla colectiva.

Pero en las últimas 2 décadas han aparecido personajes como Michael Ryan, un joven de 27 años de la población británica de Hugerford que salió a la calle vestido al mejor estilo paramilitar y mató a tiros a 14 personas. Ryan no era veterano de ninguna guerra, pero sí un frenético admirador de Rambo. Desde ya, la culpa no es del pobre Rambo; las influencias externas pueden servir como patrón para un asesino pero, según los psiquiatras, no determinan su comportamiento. Muchos esquizofrénicos tienen delirios mesiánicos, hablan con Dios. Cuando apareció la película El Exorcista, que tuvo un gran éxito, muchos empezaron a delirar con Dios. Si no fuera el demonio, sería cualquier otra cosa, como los extraterrestres.

La convivencia cotidiana con la muerte ¿puede hacernos más insensible ante ella?. Esa pregunta habría que hacérsela a las enfermeras de Viena, conocidas como “Los ángeles de la muerte”, responsables del fallecimiento de más de 60 personas. Habían comenzado con los enfermos terminales, sin otra intención de acortar su sufrimiento. Pero tan piadosa costumbre acabó degenerando en un hábito criminal. La condición extrema de los ancianos les permitió llevar a cabo numerosos asesinatos sin levantar sospechas.

Los nombrados son sólo unos pocos dentro de la extensa lista (tan extensa que hasta podríamos hacer un padrón electoral). Acaso quién no recuerda a Charles Manson, el Petiso Orejudo, la Viuda Negra, Yiya Murano, Jefrey Dahmer, el Arriopero, El Carnicero de Elmendorf, el Monstruo de los Andes…


Para seguir leyendo:
-Personaje Museístico: Jak el Destripador
-20 curiosidades sobre "Jack el Destripador"
-Objeto Museístico: La silla eléctrica
-Museo del Diablo