La Torre de Pisa

El lugar donde se encuentra la torre de Pisa se llama Piazza dei Miracoli (plaza de los Milagros), y el nombre no podía estar mejor puesto, pues parece un milagro que esta excepcional rareza inclinada se haya mantenido en pie durante siglos.

Desde que la construyeron, el 9 de agosto de 1173, el campanario de la catedral de Pisa empezó a vencerse. Como si anhelara testarudamente llegar al suelo, ha ido apretando el terreno que había bajo uno de sus lados. El paso de los siglos ha revelado que su frente altiva era sólo la de un gigante con pies de barro. Y algún día podría suceder lo peor. Como dijo Piero Pierotti, profesor de Historia del Urbanismo de la Universidad de Pisa, “llegará un momento en que un pisano, al abrir un grifo para beber un vaso de agua, hará que la torre se desmorone”. Porque precisamente ese es el problema: un terreno blando y lleno de pozos que surten de agua a la ciudad. Sobre ese fango se erigió uno de los monumentos más singulares de la Edad Media (pero la culpa no sólo era del terreno, que cedía, sino de los deseos de la burguesía pisana de apabullar a los ricos mercaderes de otros lugares que visitaban la ciudad toscana. Todo se hizo de mármol, incluso la escalera interior, que solía ser de madera en los campanarios. La torre, de 58, 36 metros de altura, pesaba 14.435 toneladas. El símbolo de poder pisano resultó demasiado pesado). La pretendida grandeza humana tiene, pues, algunas bases un tanto movedizas.

En cuanto a los orígenes de la Torre de Pisa, nos encontramos frente a un misterio… Una inscripción hecha en una de las paredes de la entrada de la Torre dice: “A.D. MCLXXIV. CAMPANILE HOC FUIT FUNDATUM MENSE AUGUSTI”, es decir, este campanario fue fundado en el mes de agosto, D.C. Un dato curioso es que en ningún registro de la época está escrito el nombre del arquitecto de la obra.Este hecho ha sido tema de muchos debates aún vigentes, pues según el historiador Aretine Giorgio Vasari, el arquitecto de la Torre es Bonanno Pisano. Pero también se reconocieron como posibles autores a Diotisalvi, (arquitecto del Baptisterio), y a Beduino, (la decoración de la torre es similar a otros trabajos realizados por este arquitecto). Con todas estas conjeturas e hipótesis alrededor del verdadero creador de esta gran obra, parece ser que todavía ese nombre permanecerá en el misterio.

Algo que llama la atención, además de su inclinación, claro está, es que la torre no cae de a poco, sino que súbitamente se desploma unos centímetros, se queda así durante muchos años y, de pronto, vuelve a inclinarse. Vasari la midió en 1565 y los ingleses Cresy y Taylor lo hicieron en 1817 y parece que no se había movido en más de 200 años. Tuvo que llegar el arquitecto Alesandro Gherardesca a complicar, e inclinar aún más, el asunto. En 1838 quiso eliminar por motivos estéticos la balaustrada de alrededor del campanario y construyó en su lugar un muro de contención exterior que aún se ve y los italianos llaman catino (recipiente). En cuanto terminó la obra, empezaron a surgir aguas subterráneas mezcladas con detritus y fangos por el catino. Como resultado, durante 20 años, la torre se torció casi un centímetro anualmente. La caída se detuvo hasta que, en el año 1934, Benito Mussolini ordenó colocar la torre en posición vertical, por lo que se vertió cemento en su base, para evitar filtraciones. El resultado de la luminosa idea fue que el edificio se inclinó todavía más en la tierra reblandecida.

Durante la Segunda Guerra Mundial el ejército de los Estados Unidos destruyó todas las torres cercanas en Pisa debido a la amenaza que suponían los francotiradores desde esas posiciones. Se programó la voladura de la torre inclinada, pero una orden de retirada en el último instante la salvó de la destrucción.

Tuvo que caer otra torre, la de San Dalmazio, en la ciudad de Pavía, para que los italianos y el mundo escucharan la voz de alerta. Fue entonces, en 1989, cuando se prohibió al público visitar la torre de Pisa y el gobierno nombró una nueva comisión de expertos – la número 17- que debatieron sobre los métodos de estabilización en las Islas Azores. El 27 de febrero de 1964, el gobierno de Italia pidió ayuda para prevenir la caída de la torre. Después de una década de esfuerzos de reconstrucción y estabilización, la torre fue reabierta al público el 15 de diciembre de 2001.

Muchos métodos se propusieron para estabilizar la torre, entre ellos (por solo citar algunos ejemplos): sujetar la torre con miles de globos de colores enganchados en la cima, poner bloques metálicos en el primero y el último piso y colocar al otro lado de la plaza unos enormes imanes que los atraigan. Más artística fue la idea de un ingeniero florentino que pensó en construir una estatua de 15 metros en honor a San Ranieri, el patrón de la ciudad, de forma que el brazo estirado del santo sujetara la torre. Otra digna de gigantes fue la idea del sudafricano Ron Midleton que propuso construir una gigantesca estructura metálica pegada al edificio, por la que podían subir los turistas. El estadounidense Dowdall, digamos que algo más comercial, pretendió que esa estructura fuera una monumental lata de Coca-Cola. Y por último, el polaco Wantuch sugirió pegarle un hotel para sujetarla. Es una obviedad decir que ninguna de todas estas propuestas, ponencias, manifestaciones, recomendaciones, ideas o como usted guste llamarlas, tuvo cabida alguna. La solución final para corregir la inclinación fue eliminar 38 m³ de tierra de la zona inferior a la base. Y al parecer no fue desacertada, ya que la torre ha sido declarada estable para al menos otros 300 años.


En fin, si usted tiene la posibilidad de visitar esta magnífica singularidad arquitectónica, no olvide la cámara de fotos. Uno nunca sabe…




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-Objeto Museístico: La ventana
-Contrucción Museística: El faro