Excéntricos: la investigación científica


Imaginemos, tan sólo imaginemos, que estoy paseando por la calle, y de repente me encuentro con un mujer vestida como Cleopatra. ¿Estoy ante una excéntrica o ante una loca de atar?.

“Esa es una distinción importante, pero muy fácil de hacer. Si la paseante en cuestión cree que es Cleopatra, está loca; pero si simplemente admira tanto a Cleopatra y su época que le gusta vestirse de esa manera, lo que tenemos es una excéntrica”.

Quien así habla es el Dr. David Weeks, de Nueva Jersey (EE.UU), que se trasladó hace varios años a la ciudad de Edimburgo para hacerse cargo del departamento de Psicología y Psiquiatría del Royal Hospital. Allí dirigió también los estudios sobre el comportamiento en la Universidad de la capital escocesa, y poco a poco se fue metiendo en un tema que acabó fascinándole: la excentricidad. Su afición al mismo acabó cristalizando en un libro titulado “Excéntricos: la investigación científica”, centrado sobre todo en los británicos, ya que Weeks considera su país de residencia como “la cuna de la excentricidad”.
Tampoco es para tanto. La excentricidad se da en todos los países del mundo. Pero ¿en qué consiste?. Según el catedrático de psicología Mariano Yela, una persona excéntrica es “la que es rara, extravagante y anormal”. Entiéndase bien: rara, que se aparta de lo frecuente; extravagante, que se comporta fuera de lo común; anormal, que se aleja de las normas vigentes en el grupo humano o sociedad en que vive”.

 Hay numerosos ejemplos que se ajustan como un guante de latex a esta descripción. Por ejemplo, en un remoto pueblecito escocés llamado Gairloch podíamos encontrar hasta hace algunos años a John Slater. Cuando decidió establecerse allí en lugar de buscar una casa, se instaló en una gruta costera. Allí permaneció 7 años aislado de casi todo el mundo. En ese tiempo escribió poesía y filosofía, y se casó 2 veces. Pero a sus mujeres les resultó imposible compartir su vida, y acabaron separándose. La tercera logró convencerlo para que dejara su morada y se fue a vivir con ella a una casa. Slater siguió el consejo de su tercera mujer, pero aprovechó un terreno cercano a su casa para construirse otra caverna a su medida. Y allí se sigue encerrando, en los momentos en que la vida social se le hace insoportable.
La principal ocupación de Slater en sus años de aislamiento fue escribir. Lo que nos lleva a una de las características comunes a la inmensa mayoría de los excéntricos: su creatividad. “En general, el excéntrico es una persona dotada intelectualmente, muy creativa, con una gran curiosidad, llena de ideas originales, y que se fija un objetivo que intentará conseguir con todas sus fuerzas”, palabras de Weeks. Mariano Yela coincide con esta opinión en muchos puntos: “ inventiva, originalidad y creatividad, inteligencia e imaginación muy altas; emotividad desbordante; sensibilidad exquisita; creencias apasionadas, sobre todo si acompañan de fanatismos; afán incontrolado de destacar; dotes extraordinarias de cualquier tipo”.

Creatividad es la palabra que define a John Ward, habitante de un pueblecito de Londres, inventor de profesión y excéntrico crónico. Del taller que tiene en su jardín han salido sacacorchos a vapor o paraguas hinchables. Pero eso son meras menudencias al lado de una de sus últimas creaciones: el Wogan, un vehículo mezcla de helicóptero y torpedo sobre ruedas.
En la vida de John Ward, el Wogan ha sustituido a su anterior afición: bajar las fachadas de los edificios de su pueblo, disfrazado de elefante rosa. Cada descenso era contemplado por todos los vecinos, y Ward, al llegar abajo, pasaba el gorro y recolectaba dinero para una fundación de ayuda a niños diabéticos.Aquí tenemos otro detalle de la vida de estas personas: su proyección hacia los demás. En palabras de Luis Fernando Crespo “el excéntrico que está dentro de la gama de la normalidad psicológica es una persona con intereses hacia fuera. Se interesa mucho por sí mismo; pero le preocupa también dar muy buena impresión, o una impresión diferente, o ser reconocido. Es una persona narcisista, pero preocupada también por la opinión ajena. Lo cual ya es un interés por los demás”.
El narcisismo mencionado por Crespo está presente en otros 2 excéntricos británicos, que comparten la misma afición: revivir los tiempos pasados de la gloriosa Inglaterra, a través de determinados personajes. Uno es John Russel, autoproclamado descendiente de Robin Hood que, como tal, cuando acaba su jornada en la oficina, se viste como su supuesto antecesor y va a un parque público situado en los terrenos de lo que fuera el antiguo bosque de Sherwood. Allí ayudará a sus semejantes, no robando a los ricos para darle a los pobres, sino con acciones más simples: llevarle a una anciana los paquetes, ayudar a unos niños a cruzar la calle transitada, hacerle la compra a un vecino enfermo…Actos no tan espectaculares como los de su legendario antepasado, pero lo que cuenta es la intención.

El segundo prefiere ser conocido únicamente como Capitán Helliwell. Fue éste un personaje real que, en 1643, tomó partida con las huestes de Cromwell, en la revuelta organizada contra el despotismo de la corona inglesa. El nuevo capitán es conductor de autobús pero los fines de semana cambia su vehículo por un enérgico corcel, que monta vestido en una auténtica armadura de 1643. Así acude puntualmente a su pub favorito, donde el tabernero, de común acuerdo, le sirve la cerveza en una jarra de cuero, como las utilizadas en el siglo XVII. El menú de su comida se ajusta también a las costumbres de la época: pan y queso blanco.Según Mariano Yela, “la persona excéntrica lo es porque no se ajusta a las normas de su grupo o sociedad. Puede serlo porque las normas sociales vigentes no propician, o dificultan, el sano desarrollo de la personalidad”. En el caso de estos 2 sujetos, se han ocultado en la Edad Media, quizá como una manera de escapar de un mundo actual que no les satisface.

¿En qué momento se cruza la línea que separa la excentricidad de la locura?. Algunas actitudes extravagantes incitan a plantearse esa pregunta. Probablemente, más de una persona de las que conocen al profesor Jake se la ha hecho. Nadie sabe exactamente de qué es profesor, pero sí es –como otros excéntricos que hemos visto anteriormente- una persona muy popular, sobre todo entre los niños, que acuden constantemente a su casa para que les cuente historias. Excéntricas pueden ser sus costumbres de llamar todas las tardes, a las cinco, a la reina de Inglaterra – sin que hasta el momento haya logrado obtener comunicación- o de descansar de pie, metido en un ataúd en su jardín. Pero que se pasee por el pueblo llevando un cepillo para perros atado a una correa, y asegurando a todo el mundo que “posee un magnífico pedigrí”, puede parecer demasiado (según Yela, la excentricidad se vuelve un problema “en el momento en que deja de expresar la libre creatividad de la persona frente a las imposiciones deformantes de la sociedad, y se convierte en mero automatismo agresivo y provocador que coarta la libertad del sujeto y lo esclaviza”).
Un excéntrico puede estar o no perturbado. A veces, lo que prueba es que la sociedad en que vive esta perturbada. En el pueblo británico de Hull surgió uno de estos casos; cuando el gobierno informó a varios vecinos de que el trazado de una futura autopista pasaba a través de su jardines, uno de ellos, Barry Nuttat, no se mostró conforme y preparó una original forma de resitencia: transformó su casa en un cuartel general idéntico a los de la Segunda Guerra Mundial, se autoproclamó general y reclutó a sus tropas entre los demás vecinos afectados. No se sabe si fue como consecuencia de esto, pero el trazado de la autopista quedó abandonado. Ya firmada la paz, la casa de Nuttat quedó transformada en un museo viviente de la Segunda Guerra Mundial.De todos los excéntricos recogidos en este post, Nuttat parece ser el único que tuvo una razón concreta para volverse excéntrico.

¿Pero por qué otras razones adopta la gente comportamientos extravagantes?. Según Luis Crespo, “la excentricidad aparece en sociedades opulentas, en las que es más difícil distinguirse”. Y en cuanto a las edades más propensas, los especialistas coinciden en señalar la adolescencia y la vejez.Si en nada es bueno generalizar, en psicología menos. Por tanto, la idea de que todos los genios son excéntricos, o viceversa, debe ser descartada. Aún así, entre los personajes famosos, encontramos un buen ramillete de extravagantes.

Excéntrico fue el tenor Enrico Caruso, que ensayaba en la bañera, mientras un pianista lo acompañaba desde la habitación contigua; o el escritor Charles Dickens, que sólo podía dormir bien si su cama estaba orientada de Norte a Sur; o la reina Cristina de Suecia, que tenía pánico a las pulgas y mando a construir un cañón diminuto para matarlas. George Sand, George Bernard Shaw, Oscar Wilde y Ramón del Valle-Inclán, se hicieron famosos tanto por su talento como por su excentricidad.
Sin embargo, a la hora de hablar de los excéntricos famosos de los últimos años, surge la duda: ¿su extravagancia es auténtica, o mero recurso para mantener su fama?. Salvador Dalí fue el prototipo del artista excéntrico; sin embargo, testimonios de personas que lo conocieron muy de cerca afirman que su imagen tenía mucho de espectáculo para promocionarse a él y a sus pinturas.

Así que ya saben, si intentó sin éxito ser un cantante reconocido, un pintor famoso, un escritor renombrado, o un político creíble, no se aflija. Todavía puede probar vestirse de excéntrico (a falta de talento, la extravagancia puede ser un medio tan bueno como cualquier otro para mantenerse, o estar, en la cresta de ola).


Para seguir leyendo:
-Comportamiento Museístico: El cambio drástico de vida
-Costumbre Museística: La siesta
-Costumbre Museística: El baño