Marca Museística: El Rolls Royce

Coche aristócrata si los hay, desde que Rolls Royce presentó su primer vehículo en el Salón del Automóvil de Londres en 1906, esta firma ha sido nombre mágico en la industria de las 4 ruedas. Un mito hecho a golpe de fortuna, damas aladas, riqueza, ostentación y lujo, mucho lujo.
Leyenda de las leyendas, su historia sigue viva 100 años después.


Artistas, deportistas, estrellas de rock, magnates, reyes, Presidentes, han admirado la grandiosidad que siempre ha rodeado la mítica marca inglesa, y hay quien ha llegado a decir que debería tener una R más, debido a la cantidad de reyes que tienen un Rolls Royce (la reina Isabel II de Inglaterra ha sido la primera cabeza coronada de ese país en utilizar oficialmente los Rolls Royce. En ocasiones ceremoniales, la mítica diosa alada es sustituida por San Jorge matando al dragón, que es la mascota personal de su Majestad La Reina).

Digamos que la idea de construir un auto que, a la vez, fuera tan perfecto como sorprendentemente lujoso, sería el resultado del encuentro entre Henry Royce, el ingeniero minuciosamente perfeccionista, hijo de un molinero de Manchester, que había empezado a fabricar el mejor automóvil que circuló por las carreteras británicas de comienzos de siglo, y el distinguido Charles Rolls, aristocrático piloto de carreras y vendedor de automóviles, hijo de lord Llangatock, que estaba buscando un coche, hecho en Gran Bretaña, para venderlo en sus refinadas y elegantes tiendas de Londres.

Estos 2 hombres, con orígenes tan diferentes y talentos tan complementarios, se reunieron por primera vez el 4 de mayo de 1904 en un hotel de Manchester. De este modo nació el “Silver Ghost” (Espíritu plateado), un auto que dió origen a una legendaria serie de vehículos con la misma denominación que duró hasta 1925, para comenzar la no menos larga de los Phantom y que, lamentablemente, sólo estaba al alcance de las minorías privilegiadas. Pero, precisamente, la cuestión es que ahí nació su leyenda. Charles Rolls perdió la vida mientras realizaba una demostración aérea, 6 años después de su encuentro con Royce en Manchester, mientras que Henry Royce vivió hasta 1933 para fabricar no sólo una magnífica y única serie de autos, sino también un mito.

El proceso de fabricación de un Rolls Royce es todo un trabajo artesanal que requiere manos altamente calificadas; una artesanía pagada a precio de oro teniendo en cuenta la calidad de absolutamente todos y cada uno de sus componentes. La madera utilizada por estos expertos artesanos es de nogal y, una vez al año, expertos en la materia se desplazan por los bosques de California, EE.UU, para elegir y comprar los árboles más adecuados para su posterior manipulación y utilización.

Los trabajadores de esta empresa tienen a gala la perfección de su trabajo y todo está cuidadosamente pensado, diseñado, fabricado y montado. La tapicería, que desde ya no puede permanecer ajena a este complejo montaje, esta hecha con cuero que procede del remoto norte de Escandinavia, donde la relativa ausencia de plagas de insectos y alambres espinosos ayudan, en gran manera, a conseguir la calidad deseada e indiscutida. Se necesitan de 10 a 12 vacas para suministrar la escogida piel de los asientos, casi butacas de estos autos. Solamente una piel entre 500 se considera lo suficientemente buena para ser “la” elegida.
Otra de las características tradicionales de esta compañía es que prefieren guardar los detalles exactos de lo que hay bajo el capó de un Rolls para ellos mismos. Cualquiera que pregunte la potencia de su motor recibirá como respuesta esta educada y cortés, pero siempre evasiva, respuesta: “La suficiente, señor”.

Los signos externos mas particulares de este automóvil son el radiador y la mujer alada sobre el mismo que es el símbolo por excelencia de la marca. En los primeros coches, el radiador estaba coronado por un tapón redondo en el que figuraban las 2 erres, pero en 1911, Royce acudió a Charles Sykes, famosos escultor de la época, y le pidió que creara una figura para rematar el radiador. Sykes creó la célebre mujer alada que, para ir a tono con la leyenda del Rolls, representa el espíritu del éxtasis (parece ser que, después de realizar un viaje al sur de Inglaterra en un Rolls, el escultor quedó tan maravillado que pensó que únicamente una diosa debería posarse sobre la moldura griega de este coche).

La estatuilla y el radiador le dieron a los primeros Rolls y a sus sucesores una imagen de distinción que no ha sido superada y ambas partes se complementan de un modo tan perfectamente armonioso que un radiador del Rolls sin su espíritu del éxtasis parece un Adán totalmente desnudo (cada radiador esta hecho totalmente a mano y a ojo, sin ayuda de ningún tipo de instrumentos de medición. Están firmados, en su parte trasera, con las iniciales del artesano que lo hizo y la razón de esta firma es, esencialmente, práctica ya que si el radiador queda deteriorado en un accidente, siempre podrá encargarse de su reparación el que mejor lo conoce: su creador. De los 12 especialistas que se dedican a esta impecable tarea, no hay 2 que los hagan iguales, por lo tanto cada uno de ellos puede reconocer su propio trabajo al ver los coches en la carretera. No puedo olvidar de mencionar que las líneas del radiador están ligeramente arqueadas para lograr una apariencia rectilínea. Este mismo principio fue utilizado por Kalikrates para construir el Partenón).

El pueblo británico, está demás decirlo, se siente totalmente orgulloso de sus Rolls Royce. Los modelos de hoy en día (los que uno se encuentra por las calles de Londres) no difieren en mucho de sus antecesores ya que no se ha querido renunciar a ningún detalle que pueda disminuir el confort y la calidad. De ahí también que 6 de cada 10 autos construidos a lo largo de sus poco más de 100 años de existencia, sigan rodando y rodando en las actuales rutas de todo el mundo.

En fin, la imagen suprema del lujo y la excelencia hecha ruedas.
Adieu!!!.