El Eunuco

No hace mucho, aún se podía encontrar un cantante de ópera italiano, un guardián de harén chino y un general turco con algo en común: todos ellos habían sido castrados (y aunque cueste creerlo, la amputación de genitales se sigue practicando en nuestros días).

Kiran es un jovén de la casta de los Brahamanes, una de las más elevadas de la India. Hace algunos años abandonó su hogar en Bombay y se trasladó a Nueva Delhi, con la sola intención de conocer la capital. Para ahorrarse el dinero que le costaría el hotel aceptó la invitación de un simpático muchacho que le ofreció alojamiento gratuito en la comunidad de los Hidschra. Al poco tiempo de estar allí lo venció un pesado sueño que más tarde se convertiría en pesadilla al recuperar el conocimiento: había sido castrado por una de las pocas comunidades de eunucos que aún perduran en el mundo.

Este suceso, propio de los pueblos primitivos, es sin embargo historia reciente en algunos países del globo donde todavía no se ha erradicado la práctica de la castración (no sólo los pueblos conquistados castraban a sus enemigos vencidos, también en medicina se consideraba que tal remedio era la forma más eficaz de combatir la masturbación; o el modo ideal, para empresarios del mundo del espectáculo, de conseguir voces para el “bel canto”. En la civilización romana las comadronas se servían de esclavos desposeídos de sus atributos masculinos para procurarse placer sin miedo a molestos embarazos y hasta cristianos de sectas muy puritanas han visto en la castración asumida una perfecta forma de contricción. Y es que el robar al hombre uno de sus más preciados dones ha sido hábito practicado desde los albores de las civilizaciones, cuando la sociedad matriarcal perdió su hegemonía en beneficio de la patriarcal, y era aplicado principalmente para someter, amansar y moldear al ser humano).

Desde mucho tiempo atrás, las distintas culturas han perpetuado el mito de la potencia sexual masculina. En muchas ocasiones, los atributos sexuales del hombre tuvieron mejor consideración que su propia personalidad. El tamaño y la potencia han sido obsesión permanente en muchas sociedades; el saber popular está repleto de referencias que menosprecian las medidas no gigantescas y el “no portarse como un hombre” en las relaciones eróticas. Por ese motivo, en muchas civilizaciones, se ha utilizado la castración como forma de ridiculizar al hombre y anularlo como persona. A ese ser castrado, “ni hombre ni mujer”, se le ha denominado desde siempre eunuco, palabra de origen griego cuya traducción literaria sería “guardián del lecho”.

Cuenta una leyenda que la emperatriz asiria Semiramis fue la primera castradora de hombres de la historia. Esta reina de Babilonia mandaba a castrar a sus amantes después de disponer de ellos, con la perversa intención de que no disfrutasen de sus elegidos las otras mujeres. Por otro lado, fuera de las connotaciones de la leyenda, a Semiramis se le acusa de también de genocidio por castrar durante su mandato a todos los enfermos o minusválidos para que no degenerasen la raza. Pero hay otras teorías sobre el origen de la institución del eunuco.

Para algunos, el eunuco proviene de la antigua Mesopotamia, aunque también civilizaciones como la egipcia, persa, etíope y china parece que practicaban la castración para someter a sus enemigos (esta crueldad era tal que el sultán selyucida Key Coubat I ha pasado tristemente a la historia por recoger los órganos masculinos de 30.000 enemigos, y con ellos hacerse 300 tiendas de campaña).

Pero aparte de estas anécdotas un tanto morbosas, otras fuentes nos hablan de que el origen de esta singular amputación se sitúa en Egipto y que de allí parsó a los imperios antes citados (hay tumbas egipcias que se remontan a 4500 años antes de Cristo en las que se ven imágenes de bailarinas custodiadas por eunucos).

Siguiendo con este conflictivo origen, el historiador griego Herodoto afirmaba que fueron los primeros en procurarse eunucos por otros motivos fuera de los puramente vengativos o religiosos. Jenofonte es más detallista: “El emperador Ciro observó que los eunucos eran los más fieles servidores, al no poseer ningún vinculo afectivo; tal era su confianza que decidió rodearse de un gran número de ellos para salvar su vida. La paradoja fue que murió en manos de un eunuco”. También durante este período comenzó la costumbre de seleccionar a los más bellos efebos del enemigo, castrarlos y utilizarlos como objeto de placer (en Roma el eunuco tenía la exclusiva función de procurar placer con su cuerpo. En las cortes de los emperadores Giordano III, Constancio, Honorio y Arcadio fueron una plaga, ya que se los utilizaba en las prácticas sexuales más perversas).

En el Islam la institución del eunuco surge de la necesidad de proveer vigilancia a los serrallos, grupo social oriental similar a la familia en Occidente, pero basados en la poligamia. Los esclavos castrados eran más valorados que los otros. Aún hoy en día persiste esta distinción en el mundo musulmán.

A pesar de los nuevos valores proclamados por el cristianismo, esta tradición ancestral se siguió manteniendo durante siglos. Al tener las mujeres prohibido cantar en las iglesias, el puritanismo y fanatismo de los cristianos hizo castrar a miles de adolescentes cantores. Todavía a principios del siglo XX sonaban las voces delicadas de los niños capados de la Capilla Sixtina. Pero esta vinculación entre el canto y la castración no sólo fue utilizada por la iglesia. Los “castrati” fueron voces muy populares en el mundo del bel canto, encontrándose en la vieja discografía orondos señores dueños de una perfecta voz infantil (tampoco han permanecido libres de sospecha los famosos “Niños Cantores de Viena”, con cuya supuesta castración se ha especulado durante años).

Aunque la castración continúa siendo un fantasma para el hombre actual, la historia certifica, a veces con certeza, otras con conjeturas, que muchos personajes que han regido los destinos del mundo han sufrido en carne propia tan terrible mutilación (esto que menciono es sólo para concluir con este post y darle un corte total al asunto).

Adieu!!.