Esther Williams

“…Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio…”. Franz Kafka, “El silencio de las sirenas”.
Nadó con pasión y amor. Fue la reina de los mares y la creadora del cine acuático. Tuvo 4 maridos. Sus amigos fueron hitos de Hollywood. Poco y nada se sabe de su infancia. Hoy, con 86 años, sigue teniendo esa encantadora sonrisa con la cual enamoró a muchos. Podría decirse que pocas estrellas de Hollywood han sido tan silenciosas, reservadas y escuetas como lo fue Esther Williams. Nacida el 8 de agosto de 1922, en Los Ángeles, California, era una adolescente curvilínea que descollaba en todos los deportes acuáticos: “como si hubiese nacido con cola de pez”, según sus maestros e instructores. Logró ser una joven campeona y recordwoman en natación y cuando estuvo a punto de participar en los Juegos Olímpicos de 1940 no pudo pues estalló la Segunda Guerra Mundial (no se sabe si sus padres eran gente de holgada o de modesta posición, pero lo cierto es que, a los 21 años, Esther ya necesitaba trabajar en lo que fuese para mantenerse. Y lo hizo junto a su primer y benevolente amigo: el nadador rumano Johnny Weismüller, ganador de cinco medallas de oro en las Olimpíadas de 1924 en París y 1928 en Amsterdam, quien después, en San Francisco, ofrecía a los turistas de hoteles de lujo, y no tanto, un show de altas zambullidas y brazadas a flor de agua, aptas para el sustento diario. En él, Esther encontró a su primer hermano de oficio, que supo apreciar sus agallas en el trampolín y le dio empleo). Trabajando en uno de sus shows acuáticos, en 1941, fue cuando un día recibió la visita de un cazatalentos de la Metro Goldwyn Mayer, que la convenció para firmar un contrato cinematográfico. En 1942 debutó en un breve papel, junto a Mickey Rooney y Ann Rutherford, en "Andy Hardy's Double Life" (1942). Pero sería gracias al film "Escuela de sirenas" (1944), un novedoso musical cuyo escenario era la piscina, en el cual Esther alcanzaría el estrellato y el sobrenombre de “Sirena de América”, ocurrencia de su compañero y amigo de elenco Clark Gable. Su fama comenzó a crecer de tal modo que se creó, especialmente para ella, un subgénero dentro del musical: el acuático. A las órdenes del director Richard Thorpe, protagonizaría, entre otras “Juego de pasiones” y “Fiesta brava”, junto a Ricardo Montalbán, John Carroll, Fortunio Bonanova y Cyd Charisse. Con el fin de los años ´50 ya había contraído matrimonio en 2 ocasiones. La primera con Leonard Kovner y la segunda con Ben Gage.
En 1955 su popularidad comenzó a decaer y por tal motivo la Metro rompió compromisos con ella. Debido a esto, Esther comienza su carrera de actriz independiente, pero no tuvo éxito y tras aparecer en algunas películas como “Sombra en la noche” abandonó definitivamente el cine (abatida, Esther comienza a consumir LSD por “consejo” de uno de los más famosos usuarios de ácido lisérgico, el gran actor Cary Grant. El problema con las drogas sería una constante en su vida). En 1969 se casó con el argentino Fernando Lamas, su gran amor, y lo acompañó hasta el día de su muerte, en 1982. Su último marido fue Edward Bell.
Esther fue conocida y recordada por su encantadora y hermosa sonrisa. Cuando actuaba, su rostro conquistaba a todos. Siempre se la veía feliz. Pero cuando se apagaban las luces, lamentablemente, la realidad era otra. La sirena tuvo una vida empañada de una profunda tristeza. Muchas veces la veían llorando detrás de los decorados, y cuando le preguntaban porque estaba así, contestaba que estaba afligida porque un compañero de reparto le había contado una triste situación familiar). Jamás dijo palabra alguna sobre el porqué de su profunda angustia. Nunca se supo bien el motivo de sus interminables sollozos. Algunos de sus conocidos dicen que Esther sólo era feliz cuando nadaba en los mares, en los ríos o en las piscinas. Fuera del agua, y al igual que las sirenas mitológicas, su ensombrecido corazón se marchitaba lentamente... Adieu...