Museo del Papel Higiénico

Como si fuera tema tabú, o careciera de facultades vitalistas, el papel higiénico ha sido un objeto excluido de todo tipo de charlas de trabajo, de sobremesa, familiares y sociales (su imponente elocuencia hace que las palabras sobren y la complicidad de los pudorosos reunidos obra como una conspiración para evitar mencionarlo. Pareciera que traerlo a colación es un acto de total vulgaridad y repulsión. Pareciera que el papel higiénico fuera un objeto decorativo “demodé” que acompaña a los toilettes, y que, por supuesto, nadie usa. Y claro, nada más alejado de ello).
Su función desborda la obviedad y su significado (que es difícil apartarlo de nuestra mente) rebasa cualquier propósito de reelaborar una interpretación personal.
Blanco como la nieve, celeste como las nubes, verde como el pasto, rosa como las mejillas, con perfume a jazmín o no; con flores estampadas o simplemente liso, el papel higiénico no siempre fue como lo conocemos ahora.

En la antigua Roma se practicó el hábito de la limpieza “intima”, que hoy se asocia con el uso del papel, con una esponja amarrada a un palo y sumergida en un balde o cubo de agua salada. La misma, que estaba a disposición en los baños públicos, era utilizada y compartida por los usuarios con la que se "refrescaban" sus zonas luego de hacer sus necesidades.


Durante los comienzos del siglo XIV (Dinastía Yuan), se tiene constancia que en la ciudad de Zhejiang había una producción anual de papel higiénico por una cantidad de diez millones de paquetes. Durante la Dinastía Ming (1368-1644 d. C.), se registraron 720.000 hojas de papel higiénico para el uso general de la corte Imperial en la capital de Beijing (a partir de los registros de la Oficina Imperial de Suministros -Si Bao Chao- también existen datos documentados del uso que hacía la familia imperial del emperador Hongwu, donde se consumían 15.000 hojas especiales de tejido suave y cada hoja de papel higiénico fue incluso perfumado).
Los colonos norteamericanos prefirieron utilizar las mazorcas de maíz hasta bien entrado el siglo XVIII (en zonas costeras prefirieron las conchas marinas, y en islas como Hawai la variante local eran las cortezas de coco).
En las zonas rurales encontraban muy útiles los libros y revistas de toda clase (el almanaque del agricultor venía con agujeros para una rápida acción de "lea y limpie". Los catálogos de grandes almacenes, como Sears, no tenían desperdicio). Cuando en las salas de las casas los diarios se volvieron moneda corriente, a principios del siglo XVIII, pronto se hizo del salón de baño su "segundo hogar". Sin embargo, el público perdió "interés" en los años 30, cuando las tiendas comenzaron a editarlos en papel satinado. Aquello, dicen algunas fuentes, fue motivo de queja.

En 1857, el neoyorquino Joseph C. Gayetty lanzó al mercado, bajo el llamado publicitario “un artículo completamente puro para su higiéne” lo que él denominó “Papel Medicado Gayetty ". Así nació el moderno papel higiénico, que en aquel entonces consistía en hojas de papel manila sin blanquear, marcadas al agua con el apellido del inventor. Sin embargo, el éxito comercial no acompañó a aquella iniciativa, y el papel higiénico de Gayetty tuvo una precaria venta.
En Inglaterra, el fabricante Walter Alcock intentó lanzar su propio papel higiénico en 1879; en vez de fabricarlo en hojas sueltas lo hizo en rollos de hojas para ser arrancadas, separadas por líneas de perforación. Sin embargo, su iniciativa chocó con el puritanismo inglés de la época, al que no le parecía conveniente ver semejante producto en los estantes de las tiendas.

Los fallidos intentos de Gayetti y Alcock fueron, finalmente, superados por los hermanos estadounidenses Edward y Clarence Scott. Cuando en 1890 la compañía Scott puso los rollos a la venta, le causaba tanta vergüenza aparecer asociada a “una cosa como esa” que decidieron no poner su nombre en el paquete (milagrosamente el pudor fue vencido gracias a las increíbles ganancias que los rollos comenzaron a dar). Los Scott se llevaron el honor de obtener el triunfo comercial de los rollos de papel higiénico introduciendo una marca que aún hoy se comercializa activamente.

Si se quedaron con ganas de saber más sobre la historia del papel higiénico pueden visitar el Museo Virtual del Papel Higiénico.
Este museo nos cuenta la historia y evolución del rollo del papel higiénico, y también sobre algunas curiosidades del mismo (lamentablemente la página sólo se encuentra en inglés).


Concluyo con la siguiente pregunta:

¿El papel higiénico debe colocarse de la forma “A” o “B”?.



Adieu!!.