Las cartas que Jack el Destripador le enviaba a la policia

Muchos son los asesinos en serie que han conmocionado y aterrado a sociedades enteras. Tenemos, por nombrar sólo algunos, a Herman Webster Mudget alías “El Doctor Torturador” (asesino de mujeres solteras y millonarias), a Albert Fish alías “El Maníaco de la Luna” (asesinaba y comía niños afroamericanos en las noches de luna llena), y a Giles de Rais alías “Barba Azul” (se presume asesino de 300 adolescentes, aunque él confesó sólo 140. También se lo culpo por crímenes contra natura y pactos con el diablo).
El más renombrado, recordado, y famoso de todos estos alterados y sanguinarios asesinos es “Jack el Destripador” (particularmente, uno de mis favoritos). Todo comenzó en el otoño de 1888 en las transitadas calles del East End de Londres. Durante 10 semanas este barrio fue el escenario de una serie de crímenes que conmovieron hasta a la reina Victoria, quien encomendó al Ministro del Interior apresar al asesino de prostitutas (es así como los crímenes perpetrados por el siniestro personaje Jack The Ripper -nombre con el cual firmó las cartas que enviaba a Scotland Yard- llenan de espanto a una sociedad victoriana que nunca supo, en definitiva, quien fue en realidad “El Destripador”).  Su primer crimen oficial, por así decirlo, el que reconocen todas las crónicas, tuvo lugar el 31 de agosto, aunque se sospechó que por lo menos dos asesinatos anteriores, menos publicitados, habrían sido también obra suya.
Mucho se ha dicho sobre este famoso asesino, se han intentado reconstruir perfiles considerando a Jack un desequilibrado mental y obsesivo sexual, con fuertes motivaciones sádicas (en realidad, el asesino de Londres construye de sí mismo una historia prosaica puesto que nunca se sabrá por qué empieza a matar y tal vez lo mas interesante: por qué deja de hacerlo). Al destripador han llegado a atribuírsele 14 asesinatos, algunos anteriores a 1888 y otro posteriores al mismo año. Es sólo en 5 crímenes donde no existen dudas que fueron cometidos por el mismo homicida (las desafortunadas victimas fueron: Mary Ann Nicholls, Annie Chapman, Elizabeth Stríde, Catheríne Eddowes y finalmente Mary Kelly, siendo su asesinato el más terrorífico. Del informe ofrecido por la policía se desprende lo siguiente: "La garganta había sido cortada de tajo con cuchillo, casi separando la cabeza del cuerpo, el abdomen fue parcialmente rasgado y ambos separados a cuchillazos del cuerpo; el brazo derecho como la cabeza, colgaba del cuerpo solo por la piel. La nariz había sido desprendida, la frente despellejada, y los muslos descarnados hasta los pies. El abdomen había sido cortado de arriba hacia abajo, con un cuchillo y el hígado y las entrañas, arrancados. Las entrañas y otras partes del cuerpo habían desaparecido pero el hígado y los intestinos... según se dice estaban colocados entre los pies de la pobre víctima. El asesino había puesto encima de una mesa la carne de los muslos y de las piernas, junto con los pechos y la nariz, y una de las manos de la víctima había sido hincada en el estómago").
Mientras Jack asolaba los barrios de prostitutas sin dejar rastros, el pasatiempo favorito de los londinenses era descubrir quién se encontraba detrás del criminal, hasta que en el mes de septiembre de 1888 el asesino se da a conocer enviando una carta a la Agencia Central de Noticias de Londres. La nota decía lo siguiente:
Querido Jefe, desde hace días oigo que la policía me ha capturado, pero en realidad todavía no me han encontrado. No soporto a cierto tipo de mujeres y no dejaré de destriparlas hasta que haya terminado con ellas. El último es un magnífico trabajo, a la dama en cuestión no le dio tiempo a gritar. Me gusta mi trabajo y estoy ansioso de empezar de nuevo, pronto tendrá noticias mías y de mi gracioso jueguecito…Jack el Destripador. 
Ese mismo mes, el destinatario de otra carta es Charles Lusk, jefe del comité que patrullaba el barrio de los crímenes. La misma decía: 
“Lusk puede buscar en todo el infierno pero no me encontrará aunque estoy frente a su nariz todo el tiempo. Su viejo amigo Jacky”. 
Pero eso no fue todo: también le envió un paquete con la siguiente nota:
“Desde el infierno. Señor Lusk: le adjunto la mitad de un riñón que tomé de una mujer y que he conservado para usted, la otra parte la freí y me la comí, estaba muy rica. Puedo enviarle el cuchillo ensangrentado con que se extrajo, si se espera usted un poco.
Firmado: Atrápeme cuando pueda, señor Lusk.
Muchas teorías se barajaron con respecto a quien era este asesino. Algunas investigaciones suponían que “Jack” debía gozar de una buena posición económica (esta creencia se debe a que en varios escenarios del crimen se encontraron uvas, que por aquella época eran muy caras) también se dice que por sus conocimientos en anatomía debía ser médico o carnicero. Otras investigaciones apuntaban directamente al médico de la Reina William Withey Gull, también a masones, a reputados pintores de la época, o incluso a miembros de la familia real británica, como a Alberto, Duque de Clarence. En fin, Jack salió de escena de forma tan rápida y anónima como había entrado, y aunque es cierto que sobre la verdadera identidad de este homicida se barajaron infinitas hipótesis, también es cierto que nadie puede saber si ésta es la verdadera historia o si es otro de los relatos que inspira este terrible, y porque no apasionante, personaje.
Jack el destripador es el paradigma del asesino serial, un fantasma que se pierde en la noche y en la neblina londinense, un hombre que nunca fue visto, y que nunca pudo ser detenido. Mientras Scotland Yard mantenga sus archivos en el más absoluto secreto, nuestra imaginación seguirá volando y suscitando distintos sospechosos que mantengan viva la leyenda de “Jack el Destripador”.