Personaje Museístico: Alfred Nobel


Hace algunos años, un librero me dijo: Hay escritores que tienen fragancia a Nobel. Lleva este y después contame. El libro en cuestión se llamaba “Me llamo Rojo”. Cuatros años más tarde, justamente en el 2006, el turco Orhan Pamuk se llevaba el premio a su casa. Gajes y “olfato” del oficio.


Luego de la anécdota, paso a lo mio.

No pudo ser otra que Estocolmo, una ciudad con sueños de siglos, donde nació el pequeño Alfred Nobel.
Alfred llegó al mundo un lunes 21 de octubre de 1833. Era el tercero de los cuatro hijos de una respetable familia de esa ciudad que había conocido tiempos de mayor holgura económica. El núcleo familiar lo constituían su padre Manuel (ingeniero muy apreciado por su inteligencia) su madre Andrietta Ahsell y sus hermanos Roberto, Luis y Emilio.



Roberto, Luis y Emilio eran niños saludables, en tanto que Alfred era de constitución enfermiza y requería de los constantes cuidados de su madre (sin duda, respondiendo al juego de la compensación, su deficiente condición física fortaleció la parte afectiva en su progenitora).
Con respecto al jefe de la familia, este se había consagrado durante largos años al estudio de los explosivos, interesándose por conocer su composición química y sus efectos (fue el primero que logró construir una mina submarina). Siendo Alfred aún pequeño, el gobierno ruso le propuso a su progenitor que se trasladara a San Petersburgo para instalar allí una fábrica destinada a la producción de este tipo de aparatos de guerra. El padre aceptó, haciendo que el destino de Alfred fuese crecer y formar su espíritu entre explosivos.



El ya adolescente Alfred, siempre bajo la sabia dirección de su padre, no tardó en ser conocido. No tenía aún veinte años cuando hizo patentar un tipo especial de medidor (contador) de gas y un modelo de medidor de agua. Pero, por esta misma época, un período difícil se iniciaba para los Nobel. Europa, que hasta el año 1815 había vivido angustiada por la guerra, deseaba ahora paz y tranquilidad; las razones militares que habían llevado a Rusia a contratar los servicios del ingeniero sueco perdieron importancia, y el gobierno imperial decidió suspender la fabricación de minas submarinas y cerrar las fábricas.
Cuando regresó a Suecia con su padre y su hermano, Alfred quiso intentar la fabricación de nitroglicerina en grandes cantidades, estableciendo una verdadera manufactura (esto era algo que nadie había osado imaginar, pues la producción de esta materia presentaba numerosos peligros. Se trata, en efecto, de un explosivo extremadamente sensible, descubierto en el año 1847, en los laboratorios de la Universidad de Turín, por quien habría de implantar, más tarde, la utilización de la dinamita en la agricultura: el químico italiano Ascanio Sobrero, que se había adelantado a Alfred en el descubrimiento de la nitroglicerina).
En 1864, cuando el éxito parecía seguro, una tragedia enlutó a la familia Nobel. Una tremenda explosión en la fabrica hizo saltar todas las instalaciones y causó la muerte de cinco trabajadores incluyendo a Emilio Nóbel, el hermano menor de Alfred.
Sólo, privado de su querido hermano, sin apoyo y sin recursos, tuvo que alquilar una vieja embarcación en la que instaló su laboratorio. Al año de la tragedia fundó la primera fábrica en Alemania y, algún tiempo después, en Suecia (aunque la fortuna parecía volver a sonreírle, Alfred sabía que continuaba expuesto a los mismos explosivos que le habían quitado la vida a su hermano, por tal motivo tuvo la idea de mezclar la nitroglicerina con una sustancia permeable inerte. Obtuvo, de este modo, la “dinamita”, algo mucho menos peligroso en su fabricación que la nitroglicerina).



Debido a la gran demanda, Nobel estableció numerosas fábricas en toda Europa; pero el éxito no lo alejó del estudio y de la investigación. Agregando otras sustancias a los explosivos que ya había descubierto, el gran sabio sueco logró nuevos productos: la dinamita-goma y la balistita, que contiene partes casi iguales de nitroglicerina y nitrocelulosa, con un 10 % de alcanfor. Las patentó en 1887 y 1888; luego las ofreció al gobierno francés que las rechazó. Este acontecimiento, aparentemente sin importancia, marcó el punto de partida de una sucesión de hechos que habrían de complicar su existencia. Cuando sus experiencias comenzaban a proporcionarle tanto dinero como para convertirlo en el hombre más rico de su época, se desató una campaña en su contra.
Periódicos, políticos, medios comerciales e industriales hicieron recaer sobre él la responsabilidad de los horrores de las guerras futuras. En 1891, Alfred estaba en París. Una mañana, mientras leía el diario, leyó con asombro la noticia de su muerte. Se trataba de una horrible broma, pero más afectado se sintió aún por los comentarios que acompañaban la noticia, los cuales llegaban hasta el ensañamiento. Algunos lo calificaban de "ser maléfico"; otros de "autodidacta que lleva a los hombres a su destrucción". Todos sus detractores afirmaron que se respiraba una atmósfera de alivio, pues por fin desaparecía un hombre que había dedicado toda su vida a descubrir los medios que permitirían a la humanidad provocar más cruelmente su propia destrucción.
Abatido por semejantes lecturas, Nobel abandonó París y se marchó a San Remo. Hizo nuevos descubrimientos en un terreno que no pertenecía a la química ni a la física, pero las campañas que se habían levantado en contra suya alteraron profundamente su salud lo que hizo que redactara un testamento y, con las inmensas riquezas que había reunido, decidió crear una Institución que más tarde se volvería famosa. Deseaba borrar todo recuerdo del odio de sus contemporáneos y que la posteridad le rindiera justicia.

El 10 de diciembre de 1896, a la edad de sesenta y tres años, Alfred Nobel murió en San Remo. El 31 de diciembre se abrió su testamento.



"La totalidad de lo que queda de mi fortuna quedará dispuesta del modo siguiente: el capital, invertido en valores seguros por mis testamentarios, constituirá un fondo cuyos intereses serán distribuidos cada año en forma de premios entre aquéllos que durante el año precedente hayan realizado el mayor beneficio a la humanidad. Dichos intereses se dividirán en cinco partes iguales, que serán repartidas de la siguiente manera:

* Una parte a la persona que haya hecho el descubrimiento o el invento más importante dentro del campo de la Física.
* Una parte a la persona que haya realizado el descubrimiento o mejora más importante dentro de la Química.
* Una parte a la persona que haya hecho el descubrimiento más importante dentro del campo de la Fisiología y la Medicina.
* Una parte a la persona que haya producido la obra más sobresaliente de tendencia idealista dentro del campo de la Literatura.
* Una parte a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz.

Cada 10 de diciembre, aniversario de la muerte de Nobel, a las cinco de la tarde, los nuevos ganadores asisten, en la ópera de Estocolmo, a la entrega de los premios. La ceremonia es presidida por el Rey, hallándose presentes los miembros de la familia real, oficiales de la corte, el cuerpo diplomático, representantes de la Fundación Nobel, ministros del gobierno y otros personajes ilustres. En una solemne reunión, en la cual el traje de etiqueta es obligatorio, se toca música clásica. El presidente de la Fundación presenta a cada ganador con un corto discurso en el que se exponen los motivos por los cuales se les otorgó tan alta distinción, y el Rey les entrega el premio. Después de esta ceremonia tradicional, la Fundación ofrece un banquete al que concurre toda la familia real, excepto el Rey. Se brinda por el soberano y cada ganador pronuncia unas palabras en su propia lengua. A la noche siguiente, el Rey ofrece un banquete en el Palacio Real.

Post dedicado al "viejito" de la libreria de Adrogué (ese mismo que lleva anotado en su cuaderno rayado todos los libros que leyó).
Salud!.