Museo del Licor



En mi casa se tomaba vino y licor. Siendo niña probé mi primer vasito con vino tinto y soda (mucha soda). Muy rico.
Después probé el licor de anís, realmente me pareció un asco, hasta que finalmente degusté el de dulce de leche y quede muy satisfecha con su sabor (tanto que me tuvieron que explicar que el licor no se podía tomar de la misma forma que una “chocolatada Cindor”). En fin, entendí que el licor era solo para acompañar a las “masitas secas”.
Ya más grandecita fui probando otros licores, siendo mi favorito el de “cereza” -Kirsch- (aunque me imagino que ni por un instante se debe igualar a la botella de Chambord, un licor producido en el valle de Loira, Francia, elaborado con frambuesas rojas y negras… valorado en 1.4 millones de euros. Y sí, soñar no cuesta nada).



Un licor es una bebida alcohólica dulce, a menudo con sabor a frutas, hierbas, o especias, y algunas veces con sabor a crema. Algunos licores son preparados por infusión de ciertas maderas, frutas, o flores, en agua o alcohol, y añadiendo azúcar, etc. Otras se hacen por destilación de agentes aromáticos.

La producción de licores data desde tiempos antiguos. Los documentos escritos se lo atribuyen a la época de Hipócrates quien decía que los ancianos destilaban hierbas y plantas en particular por su propiedad de cura de enfermedades o como tonificantes. Esto en parte era cierto, dado que, hoy en día, es reconocido que el kümmel o la menta ayudan a la digestión (por estos factores los licores son asociados a la medicina antigua y a la astrología medieval). A través de los siglos, los licores fueron también conocidos como elixires, aceites y bálsamos.
En la Edad Media los licores fueron elaborados por físicos, alquimistas, y monjes, especialmente los Benedictinos, como remedios medicinales, pociones amorosas, afrodisíacos y cura-problemas (la realidad era que no se detectaba su alto contenido alcohólico y así permitía lograr propósitos poco habituales).

Dentro de los licores, hay algunos que han tenido predominancia por sobre otros, en la preferencia del público. Y a la hora de partir de algunos que podríamos denominar como "básicos", nos topamos con que son infaltables el brandy, el anís y el aguardiente.
El brandy proviene de los países bajos, más precisamente de Holanda. Al parecer, un químico holandés que residía en la ciudad de Cognac, durante el siglo XVI, tuvo la idea de darle un nuevo nombre y forma al vino quemado, reduciendo sus volúmenes para que tuviera más alcohol, ahorrando en materias primas y distribución. Y le llamó "brandewinj". Los ingleses hicieron el resto, apodándolo directamente brandy.
El anís tiene sus primeras referencias como bebida durante el imperio de Carlomagno. Incluso en sus campos mandó a hacer plantaciones de anís para poder disfrutar de esta bebida. Hasta su nombre habla bien a las claras de la función que cumplía por aquel entonces: estimular. La palabra anisemi, en griego significa excitar.
Otro famoso emperador también se ha constituido en la primera referencia para el aguardiente. Se trataba ni más ni menos que de Alejandro Magno. El joven era el rey de Macedonia por aquel entonces y él fue quien permitió que se abran los caminos de exportación entre Cercano Oriente, el norte de África y también partes de Europa. Por esa misma razón, terminó llegando a Europa, ya que los inventores habían sido los árabes, que comenzaron destilando vino.

Hay una historia sobre un licor “prohibido” muy interesante: en el año 1797, Henri Louis Pernod, compró la receta del doctor suizo Pierre Ordinaire y comenzó, en Suiza, la destilación del ajenjo o “absenta”. El licor de absenta se trata de un compuesto con base en hierbas y flores de plantas medicinales y aromáticas, con predominio de ajenjo (denominado también madera de gusanos). Se cree que ingerir una cierta cantidad de absenta causa alucinaciones, por eso algunos países decidieron prohibirla. Con el tiempo —más de medio siglo— y su creciente demanda, los países empezaron a levantar las prohibiciones.
La absenta, apodada la Fée Verte ('El hada verde'), se volvió la bebida más popular del siglo XIX y artistas famosos como Oscar Wilde, Van Gogh, Baudelaire, Manet, Picasso, Degas, Hemingway, entre muchos otros, contribuyeron a hacer aún más grande su popularidad. Defendían que la absenta potenciaba su creatividad, ya que tiene un componente psicoactivo. También en el cine son muchas las referencias que encontramos en la absenta, por ejemplo en Drácula, que convierte a Mina en una bestia sexual asocial que provoca un pánico atroz entre los hombres de su entorno...




Si se quedaron con ganas de saber aún más sobre la historia, producción y elaboración del licor pueden visitar el “Museo del Licor” en Corea.
El "Liquorium" es un museo que reúne todos los licores del mundo. El nombre es un compuesto de licor y museo, y se indica claramente que la intención del museo es señalar un sitio donde los visitantes pueden aprender todo lo que quieran sobre el licor (por ejemplo en la “Sala de Licor Destilado” se exhibe la historia de los licores destilados e incidentes históricos en que el licor jugó un papel importante, tales como la alquimia en Oriente Medio y los Jinetes de la Cruz).
El director y creador de este museo (que gastó U$S 2 millones de su propio bolsillo para crearlo) es Park Yong-Hwan de 52 años. Park es un amante del licor y dice que no puede irse a dormir por la noche sin tomarse previamente una copita de licor.
Park empezó a beber durante sus días de estudiante y tan pronto como se graduó de la universidad en 1980, fue a trabajar en la compañía productora de licor más grande de Corea. Así, el producir licores se convirtió en un medio de subsistencia en su vida. Por su trabajo, hizo muchos viajes de negocios al extranjero y en ese tiempo le surgió la idea de crear un museo de licores.
Al principio, empezó coleccionando artículos por curiosidad, pero más tarde se convirtió en un fanático coleccionista ante la sorpresa de aquellos que le rodeaban. Después de dejar el trabajo en 1995, se dedicó al negocio del licor al por mayor. Siguió coleccionando artículos relativos al licor del mundo entero, y pronto llegó a poseer los 5.000 ejemplares.
Todos mis aplausos al Sr. Park!.

Un museo que, Dios y billete de por medio, me encantaria visitar!.
A su salud!.